La ONU lo tiene claro: cuando se trata de catástrofes naturales, más vale prevenir que lamentar. Así lo hizo saber ayer el subsecretario para Asuntos Humanitarios, Jan Egeland, que pidió a los países ricos más inversión para prevenir desastres como el ocurrido el 26 de diciembre en el Sureste Asiático. En concreto, Egeland solicitó a estos países que destinen a la prevención "al menos" el 10% de lo que ahora gastan en atención de emergencias.

"Estamos gastando demasiado en apagar incendios y escayolar a los heridos", constató el responsable en Kobe, arrasada hace 10 años por un terremoto que causó cerca de 6.500 muertos. La Conferencia de Reducción de Desastres que tendrá lugar hasta el sábado en la ciudad japonesa --prevista desde hace meses-- ha adquirido una importancia especial tras la catástrofe que ha causado decenas de miles de muertos en la costa del océano Indico.

"No basta con recoger los pedazos rotos --declaró por videoconferencia el secretario general de la ONU, Kofi Annan--. Tenemos que aprender la lección para evitar catástrofes como ésta en el futuro". La responsabilidad de los países desarrollados ha vuelto a quedar en el punto de mira, aunque Egeland hizo un llamamiento a los países emergentes para que asuman su parte de compromiso.

PROPUESTA JAPONESA "Es curioso que los 10 o 15 países donantes sean los mismos que hace 10 años. Espero más del continente asiático, del golfo Pérsico, de Europa del Este e incluso de Latinoamérica", dijo Egeland. La cumbre de Kobe ha reunido a cerca de 4.000 científicos y responsables de Gobierno de más de 150 países. Una de sus principales metas es poner en marcha los recursos financieros y humanos para crear un sistema de prevención de tsunamis en el Indico y otro planetario.

La ONU se ha puesto como meta que el primero funcione en el 2006, y el segundo, un año después. A esta iniciativa, todavía sin materializar, se ha sumado la propuesta de Japón, que se ha ofrecido como sede de un futuro centro internacional de investigaciones sobre catástrofes relacionadas con el agua.

"Tokio hará lo que sea necesario para promover un alto nivel de cooperación internacional", dijo el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, que también propuso que su país albergue una base de datos sobre manejo de desastres. La idea es que los países que sufran una catástrofe envíen un informe a Japón para que otros puedan consultarlo.

La naturaleza se encargó de recordar a los participantes para qué están en Kobe. Por la noche, un terremoto de 6,3 grados sacudió la isla de Yeso, en el norte del país. No hubo víctimas, y apenas pérdidas materiales.