Los resultados de los comicios de ayer pueden cambiar el mapa político iraquí. Los partidos confesionales han perdido fuerza, tras la guerra que enfrentó a sunís y chiís y que dejó un saldo de decenas de miles de muertos. De hecho, durante la campaña electoral, las principales formaciones políticas han intentado dejar de lado los discursos religiosos para centrarse en las necesidades terrenales de los iraquís, como que el agua y la electricidad lleguen cuanto antes a sus hogares y barrios.

La participación de las formaciones sunís permitirá a esta comunidad, minoritaria en Irak pero con privilegios durante la dictadura de Sadam Husein, ser más activa en la estructura de poder.