El discurso de la jefa del Gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, sobre el estado de la región administrativa especial tuvo que suspenderse por las protestas de los opositores que la acusaron de tener «las manos manchadas de sangre». Lam intentó sin éxito anunciar ayer las políticas de su Ejecutivo ante el Consejo Legislativo hongkonés.

Entre las consignas coreadas por los opositores se repitieron las peticiones de dimisión de Lam. El discurso de la jefa del Gobierno no contó con ningún anuncio de reformas en materia política ni cedió a las cuatro demandas principales de los manifestantes prodemocráticos: una amnistía, una investigación independiente sobre brutalidad policial, la revocación del término «revuelta» para las protestas del 12 de junio y la introducción de sufragio universal en la elección del jefe del Ejecutivo.

En un intento por calmar las protestas, la jefa del Ejecutivo local anunció que su gabinete encargará la construcción de 10.000 viviendas provisionales -en los próximos tres años y en suelo público o alquilado a inmobiliarias-, que se pondrían a disposición de los ciudadanos que estén en lista de espera para optar a vivienda de protección oficial.

POLÍTICA DE VIVIENDA / Según Lam, el desorbitado precio de la vivienda en la región administrativa especial sería una de las causas originarias de las protestas en Hong Kong, por lo que también anunció una relajación en las restricciones de la hipotecas, en especial para quienes opten a compra por primera vez. La jefa del Gobierno aseguró que también se concederán ayudas al alquiler y que se acelerarán los procesos de venta de la vivienda de protección oficial. La reacción a este anuncio se hizo notar de inmediato en la Bolsa de Hong Kong, donde la inmensa mayoría de las empresas inmobiliarias que allí cotizan dispararon sus beneficios. El pasado 4 de septiembre, Lam anunció la única concesión hecha, por el momento, al movimiento prodemocrático: la retirada de la polémica propuesta de ley de extradición que habría permitido que Pekín accediera a «fugitivos» refugiados en territorio hongkonés para juzgarlos en suelo chino, bajo un sistema judicial sin garantías.

«Creo que mientras nos adhiramos al principio de Un país, dos sistemas, podremos salir del bache», dijo Lam, en referencia a la fórmula por la cual la excolonia británica mantiene una serie de libertades inimaginables en la China continental.