La oposición iraquí en el exilio aprobó ayer en Londres un plan de gobierno pensado para entrar en acción tras la caída de Sadam Husein. Después de cuatro días de disputas, enfrentamientos y mercadeos, los 350 delegados, que representan a medio centenar de organizaciones, aprobaron al fin la creación de un comité integrado por 65 miembros. Esta junta, más numerosa de lo previsto por la necesidad de acomodar a todas las tendencias, actuará como portavoz permanente de la disidencia iraquí. La primera reunión del comité tendrá lugar el próximo 15 de enero en el Kurdistán iraquí.

De la conferencia de Londres, convocada bajo el patrocinio de EEUU, también han salido dos documentos sobre los principios políticos del nuevo Irak y las estructuras de Gobierno que entrarán en vigor durante un periodo de transición de dos años. Las fuerzas opositoras se han comprometido a construir un Estado federal, democrático, multiétnico y tolerante, en el que se respeten los derechos humanos y se acaten las resoluciones de la ONU.

A pesar de las dificultades, el resultado final del encuentro ha sido mucho más positivo de lo que se esperaba. "La gente de Irak va a tener a EEUU a su lado para alcanzar un futuro mejor", declaraba Zalmay Jalilzad, el enviado del presidente George Bush.

La mayor parte de los puestos han ido a parar a representantes shiís y grupos kurdos. Los árabes suniís presentes en la conferencia se quejaban, sin embargo, de haber sido discriminados. La población de Irak, compuesta por 22 millones, es en un 60% chií, aunque los suniís son los que ocupan el poder político y militar.