El Gobierno en la resistencia y la oposición insurreccional de Venezuela apenas le dieron ayer un leve respiro a la población al poner a la venta toneladas de harina de maíz para el tradicional plato navideño, la hallaca, mientras mantenían el pulso sobre el petróleo. Al entrar en la cuarta semana de huelga nacional contra el presidente, Hugo Chávez, la Coordinadora Democrática se negó a la "tregua" que propuso el vicepresidente, José Rangel, pero aplazó el asalto a palacio.

La militar Guardia Nacional allanó las bodegas de las empresas alimentarias en huelga y protegió los mercados mayoristas, ante los que los pequeños comerciantes hicieron largas colas para comprar sacos de harina de maíz precocida. Los industriales aplicaron su plan de contingencia de alimentos y llenaron los supermercados con harina y otros productos básicos bajo el lema: "El alimento de una protesta popular no es el hambre".

CRUCE DE ACUSACIONES

La tensión y las acusaciones mutuas no cesaron, incluso sobre esa harina, que se adultera con diversos productos y se envuelve en hoja de plátano. La Cámara de la Industria de Alimentos (Cavidea) dijo que la Guardia Nacional estaba "saboteando el plan de contingencia con los allanamientos". Su presidente Rafael Alfonzo alertó de que "los almacenes están en niveles mínimos con suministros para tres o cuatro días".

Alfonzo añadió que "ése es el precio que pagan los consumidores para encontrar una salida electoral a esta crisis". Gasolina aparte, el precio más sentido por los venezolanos es el de la cerveza, cuyas escasas botellas se pagan como whisky.

Cuando los guardias entraron a requisar las plantas de Empresas Polar, sólo encontraron miles de botellas vacías. La cerveza dejó de fluir con el inicio del paro y poblaciones enteras claman por ella. Al menos, su ausencia ha reducido la violencia endémica.

La escasez y la especulación precedían a la Navidad más triste que haya vivido Venezuela. Los automovilistas hicieron colas de hasta seis horas para abastecerse de gasolina, mientras el Gobierno distribuía la existente por todo el país y seguía moviendo los buques que frenan la cadena productiva. Pero el exgerente de Petróleos de Venezuela, Juan Fernández, resaltó que "aún le falta reabrir 17.900 pozos petroleros y operar más de 200 buques".