E l principal líder opositor de Rusia, Alekséi Navalni, en coma desde hace casi dos semanas en un hospital de Berlín, fue envenenado con un agente químico nervioso de la familia Novichok, similar o idéntico al empleado hace dos años en el Reino Unido contra el exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yúlia. Así lo han dictaminado, «de forma inequívoca», los análisis realizados en un laboratorio militar de Alemania, dijo ayer Steffen Seibert, el portavoz de la cancillera Angela Merkel.

Con el fin de impedir que el Gobierno ruso desvíe cualquier responsabilidad, el entorno del bloguero anticorrupción se ha apresurado a subrayar que en Rusia «únicamente el Estado (los servicios secretos FSB o GRU) tiene acceso» a la tóxica sustancia, desarrollada como arma de guerra por la Unión Soviética a finales de los años 80.

El duro lenguaje empleado por Seibert en su declaración permite augurar un nuevo pico de tensión en las relaciones entre Rusia y Occidente, similar a los vividos durante los momentos álgidos de la guerra fría del siglo XX y en los últimos años tras la anexión de Crimea por parte del Kremlin. «Berlín condena este ataque en los términos más firmes», reza el texto.

También en un inusual tono de firmeza, la cancillera Merkel exigió a Moscú «respuestas» a las «difíciles preguntas» que se plantearán en los próximos días. El Gobierno federal alemán informará en breve de los resultados de la investigación a sus socios en la UE y la OTAN y discutirá (con ellos) «una respuesta común adecuada», debido a que el ataque atenta contra «los derechos y valores fundamentales», agregó la cancillera alemana.

El Kremlin, por el momento, intenta ganar tiempo. Dmitri Peskov, el portavoz presidencial, aseguró que su país estaba dispuesto a «intercambiar informaciones» con los investigadores alemanes, aunque reiteró la tesis rusa de que los médicos que le trataron en el hospital de Omsk en el que fue ingresado tras su indisposición durante un vuelo no hallaron el rastro de ninguna sustancia tóxica: «Antes de la marcha de Navalni a Berlín no se identificó ninguna sustancia venenosa».

El Ministerio de Exteriores de Rusia se quejó «una vez más» de que desde Occidente se lancen acusaciones públicas en su contra «que no están basadas en hechos reales e ignorando los mecanismos de cooperación». El opositor continúa en coma y conectado a un aparato de respiración asistida, informaron los médicos del hospital Charité donde está siendo tratado. La recuperación será «larga» y «no se pueden excluir secuelas a largo plazo» producto del «grave envenenamiento».

Lo que sí es seguro es que la salud impedirá al líder opositor participar en las campañas previas a las elecciones regionales del 13 de septiembre. Cara a estos comicios, el Fondo contra la Corrupción, la oenegé de Navalni, había recomendado el voto por cualquier candidato mejor posicionado para derrotar al aspirante oficial independientemente de su ideología, y había concentrado sus esfuerzos en regiones siberianas como Novosibisrk y Tomsk, donde considera que hay opciones de ganar a los aspirantes oficialistas. H