Cortarle la cabeza a la serpiente de un solo y certero tajo". Esta fue la primera ficha del ajedrez bélico movida por la Casa Blanca en la madrugada del jueves, una sorpresa que precedió al bombardeo masivo previsto como inicio de la guerra contra Irak. La operación se coció en el círculo íntimo de halcones del presidente Bush, que vieron la oportunidad de eliminar a un Sadam Husein desafiante, hora y media después de que venciera el ultimátum de Bush para que se marchara. Pero la serpiente volvió a escurrirse. Dos horas después del ataque, Sadam apareció en las pantallas de televisión, vestido de militar y prometiendo la victoria.

El ataque para decapitar al tirano iraquí se fraguó en una reunión del consejo de guerra de Bush, convocada a toda prisa en la Casa Blanca el miércoles por la tarde. Era la segunda del día y comenzó a las 3.40 horas (9.40 en España), cuando el vicepresidente, Dick Cheney; la asesora de seguridad nacional, Condoleezza Rice; el director de la CIA, George Tenet; y el ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, se sumaron al presidente. Tenet presentó la información de inteligencia más caliente: la CIA había logrado detectar el lugar donde Sadam, sus dos hijos, Udai y Qusai, y otros altos miembros del régimen iraquí se proponían pasar la noche. No se trataba de un palacio presidencial, sino de una residencia privada en las afueras de Bagdad en cuyo sótano se escondía un búnker fuertemente protegido.

INTENSA VIGILANCIA

Tras vigilar durante varias semanas a cinco altos miembros del liderazgo iraquí, incluyendo al propio Sadam y a sus dos hijos, la inteligencia estadounidense concluyó: "Es un objetivo realmente maduro". La oportunidad era clara para eliminar al tirano en un golpe maestro que cambiaría de entrada la estrategia de la guerra, abriendo paso a una victoria rápida, económica y fulminante. Durante más de tres horas, el quinteto de la guerra discutió los pros y contras de la operación. Al final, entre las 18.30 y las 19.20 horas (13.20 horas en España), Bush decidió ordenar el ataque contra Sadam. Y acabó la reunión. El presidente tenía que dar el último toque al discurso que le había escrito Michael Gerson para anunciar el comienzo de la guerra.

OLEADA DE MISILES

Era noche cerrada en Bagdad cuando la orden de ataque de Bush para asesinar a Sadam llegó al mar Rojo y al golfo Pérsico. Allí se encontraban los cuatro cruceros y destructores, y los dos submarinos, que dispararon una oleada de 40 misiles de crucero Tomahawk, dirigidos a la capital iraquí, contra el búnker donde la CIA pensaba que dormía Sadam. En la Casa Blanca, el presidente cenaba con su esposa Laura en su residencia privada mientras dos bombarderos F-117A Furtivo partieron hacia Bagdad para rematar al tirano y sus colaboradores lanzando sobre su búnker cuatro enormes bombas de 1.000 kilos cada una, guiadas por láser.

Casi al alba, los misiles impactaron en Bagdad. "Si tienen éxito, cambiarán radicalmente la forma en que hacemos las cosas", adelantó a la agencia Reuters el coronel de marines Chris Hughes. Pero la primera acción militar de la operación Libertad Iraquí no logró su objetivo. A las 23.40 horas en EEUU, apenas dos horas después del ataque, un Sadam más desafiante que nunca apareció en las pantallas televisivas. ¿Estaba equivocada la información altamente secreta, recibida en el último minuto o las bombas erraron su blanco?

DUDAS SOBRE LOS DOBLES

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, respondió ayer a medias a este interrogante. En su ataque inicial, los misiles de EEUU impactaron en una posición del alto liderazgo iraquí, pero no clarificó si Sadam sobrevivió, porque en Washington se puso en duda ayer que fuera el verdadero tirano quien apareció en televisión tras el bombardeo. En todo caso, "ha sido el primer ataque, pero no es probable que sea el último", dijo Rumsfeld para zanjar la cuestión. Los halcones de EEUU no están dispuestos a permitir que se les escape el hombre a quien el expresidente Bush dejó indemne en la primera guerra del Golfo.