Alentado por el gobernante venezolano, Hugo Chávez, y su petróleo, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, también quiere quedarse a toda costa en el poder. Y como el Parlamento no estaba por la labor, Ortega apeló casi a escondidas a la Corte Suprema de Justicia hasta lograr que los seis magistrados sandinistas de la Sala Constitucional anularan por sorpresa el martes la norma constitucional que impedía su reelección. Ortega proclamó ayer cual profeta: "Está escrito en piedra y es inapelable".

La oposición llamó a "resistir este golpe de Estado y enfrentar una dictadura nefasta". Varios académicos y juristas señalaron que esa decisión del Supremo de allanar el camino a la reelección del presidente "profundizará la crisis política y económica" que vive el país centroamericano, el segundo más pobre del continente.