Más de 15.000 soldados del Ejército afgano y de la OTAN participan en la mayor ofensiva militar lanzada en Afganistán desde la caída del régimen de los talibanes en el 2001. El principal blanco de la operación es la localidad de Marjah y alrededores, situada a unos 610 kilómetros al suroeste de Kabul, en la extensa provincia de Helmand, conocido feudo de los insurgentes. La ofensiva supone la primera gran prueba en la estrategia militar del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el país centroasiático. La operación, bautizada con el nombre de Moshtarak (Juntos, en lengua dari) arrancó la madrugada de ayer con unidades de los marines estadounidenses que llegaron a la zona a bordo de 60 helicópteros en medio de la oscuridad de la noche.

El grueso del contingente está formado por 5.000 soldados de EEUU y 2.000 de Afganistán, pero también participan 1.000 militares británicos, además de canadienses, daneses y estonios. Fuentes del Gobierno afgano dijeron que en las primeras horas de combates fueron abatidos 20 insurgentes. Londres reconoció la muerte de un soldado británico en un ataque. Otro militar extranjero falleció por fuego de arma ligera aunque no se reveló la nacionalidad del soldado.

POCA RESISTENCIA Los mandos de la operación dijeron que hasta ahora habían encontrado poca resistencia enemiga. "Parece que les hemos pillado desprevenidos. Parece que están completamente descolocados", afirmó un portavoz militar británico. Los insurgentes han sembrado la ciudad y sus accesos de explosivos. "En el flanco este han minado profusamente la zona, así que tenemos que ir despacio en el proceso de limpiar el área", señaló el ministro de Defensa afgano, el general Abdul Rahim Wardak. "Por ahora el avance sigue según lo previsto", añadió.

"Ni siquiera podemos caminar fuera de nuestras casas", señaló un vecino de Marjah, que explicó cómo varios talibanes minaron el barrio antes de huir de los marines. Ofensivas precedentes han mostrado como los talibanes evitan en lo posible el enfrentamiento directo. Suelen replegarse a las zonas montañosas o se funden entre la población civil. Consciente de ello, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, pidió en un comunicado a las fuerzas internacionales que se abstengan en lo posible de lanzar ataques aéreos en zonas muy pobladas para así evitar bajas entre la población civil. En la zona residen unas 125.000 personas. "Durante la operación en Marjah, las fuerzas internacionales deben adoptar medidas y mecanismos para proteger a los civiles", dijo el mandatario.

La muerte de civiles, como ya ha ocurrido en otros ataques de la OTAN, puede echar por tierra las pretensiones del Gobierno de Kabul de ganarse el apoyo de los afganos y de lo que se trata, insisten en la OTAN, es de lograr "la lealtad de la población local".

Las autoridades esperan expulsar a los talibanes de la zona y que ésta quede bajo control del Gobierno. El ministro Wardak advirtió de que las tropas afganas no se retirarán, sino que permanecerán en la localidad para evitar que vuelva a caer en manos insurgentes. Kabul espera también que el éxito de la operación arrastre a talibanes que operan en otras provincias a dejar las armas y a sentarse a dialogar.

El escenario de la batalla ha estado durante años bajo el dominio de los insurgentes. Fuentes de los marines estiman que son entre 400 y 1.000 los que resisten en Matjah.