Los países miembros de la OTAN concluyeron ayer la cumbre de dos días celebrada en Londres señalando al terrorismo como «el peor enemigo» y «la amenaza constante para todos». Pese a las diferencias evidentes, sí hubo consenso entre los miembros de la Alianza que han tomado nota de la necesidad de ampliar su foco de vigilancia a China, una potencia militar y económica en rápido crecimiento. El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, indicó que la organización debe comenzar a «tener en cuenta que China se acerca a nosotros».

La rápida expansión de esa potencia, la segunda en el mundo en gasto militar, y su influencia creciente no se pueden ignorar. «Los vemos en el Ártico, los vemos en África, los vemos invirtiendo fuertemente en infraestructura europea y por supuesto invirtiendo en ciberespacio», agregó Stoltenberg. Estados Unidos tiene especial interés en poner la atención sobre China. Washington quiere que los aliados europeos veten los equipos de telecomunicaciones de la firma Huawei, alegando que Pekín los utiliza para espiar. Los líderes de la Alianza también advirtieron de la amenaza para la seguridad que implican las «acciones agresivas» de Rusia.

ATAQUE A UNO, ATAQUE A TODOS / En la declaración final de la cumbre, los 29 países integrantes subrayaron su compromiso con el principio básico de «solidaridad, unidad y cohesión». En el comunicado se reitera que «un ataque contra un aliado será considerado como un ataque para todos». O como repitió varias ocasiones el primer ministro británico, Boris Johnson, el anfitrión del encuentro: «Todos para uno y uno para todos», el lema de los tres mosqueteros.

Johnson recordó: «El hecho de que vivamos hoy en paz es el logro de un simple propósito, en el corazón de la Alianza: mientras que nos mantengamos juntos, nadie puede esperar derrotarnos y por tanto nadie comenzará una guerra». En el encuentro se acordó que en la futura agenda deben figurar nuevas amenazas, a través del ciberespacio, la militarización del espacio y el control de armamento.

DECLARACIONES / La cita conmemorativa de los 70 años de existencia de la OTAN había arrancado con declaraciones beligerantes e intempestivas del presidente estadounidense, Donald Trump, el francés Emmanuel Macron y el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. Roces a propósito de la retirada de tropas estadounidenses del norte de Siria de manera unilateral, sin consultar con los otros miembros de la OTAN, y de la ofensiva de Ankara contra los kurdos en la zona que siguió a continuación. «Los desacuerdos siempre generan más atención que los acuerdos», declaró Stoltenberg, tratando de quitar hierro al asunto. «La cumbre ha sido muy constructiva y eficaz. Se ha celebrado en un buen ambiente, hasta el punto de concluir con un aplauso», declaró en la conferencia de prensa final. «La OTAN se ha distinguido siempre por poner la sustancia por delante de la retórica» añadió. «Se han sentado las bases para los próximos 70 años». La canciller alemana, Angela Merkel, también juzgó la cumbre de «muy constructiva». «Hemos acordado que el terrorismo es el principal enemigo», agregó.

Mucho menos optimista, Macron declaró a la prensa que no ve «consenso posible» con Turquía sobre la definición de terrorismo. El presidente francés se entrevistó el lunes con Erdogan, junto a Johnson y Merkel, pero según afirmó el mandatario francés, no se aportaron las «clarificaciones» esperadas. El Gobierno de Ankara lanzó una ofensiva contra los kurdos en la zona fronteriza de Siria porque los considera terroristas. Macron recordó que todos ellos lucharon, «hombro con hombro», con la coalición internacional, en la guerra contra Estado Islámico. En la cumbre solo se logró que Erdogan no se opusiera a una condena poco comprometedora del terrorismo.

Los desafíos para la Alianza son grandes. Si en el norte la amenaza llega de Rusia, en el sur el temor es la inestabilidad en el norte de África.