No puedo respirar!". Desde que en el 2014 Eric Garner murió asfixiado por la maniobra prohibida de ahogo que le aplicó un agente de policía blanco en Staten Island, las últimas palabras que repitió angustiosamente ocho veces el corpulento hombre negro se convirtieron en uno de los clamores con que en Estados Unidos se urge a la justicia racial y al fin de la letal violencia policial teñida de racismo. Este lunes en Minneapolis, no obstante, volvieron a salir, agónicas, de la boca de otro hombre negro, George Floyd, que falleció tras pasar minutos en el suelo, ya esposado e inmovilizado por la rodilla de un agente blanco clavada sobre su cuello. "¡No puedo respirar! ¡no me matéis!", imploraba Floyd, mientras las cámaras de testigos grababan un vídeo espeluznante que se ha compartido en redes sociales. Y la frase, estallido de indignación y rabia, se eleva otra vez.

En las imágenes se ve a Floyd en el suelo, con la cara aplastada contra el asfalto por la rodilla del policía blanco, mientras otro agente de rasgos asiáticos mantiene a distancia a los testigos, llegando a decirles en un momento "no toméis drogas". Los testigos, por su parte, interpelan al policía para que retire la rodilla del cuello de Floyd, al que ven sangrando por la nariz, llorando. "¡No se está moviendo!", clama uno. "¿Lo has matado?", pregunta otro.

Quien grabó el vídeo compartido fue Darnella Frazier y su conclusión es clara. "La policía lo mató, 'bro', ahí en frente de todo el mundo", dijo convencida en otro vídeo colgado en Facebook el lunes por la noche, en el que repasó cómo "la policía no lo tomaba en serio" cuando clamaba por aire, o cómo ignoraron a una bombera fuera de servicio que les instaba a que le tomaran el pulso. "Han matado a ese hombre, directamente lo han matado".

LA VERSIÓN POLICIAL Y EL VÍDEO

Según la versión policial, cerca de las ocho de la tarde se recibió una llamada alertando de un caso de falsificación o uso de documentos falsos en un negocio. Cuando llegaron localizaron cerca de la tienda de comestibles Cup Foods en un coche al sospechoso, que supuestamente estaba "bajo la influencia" de alcohol o drogas. Cuando salió, aseguran, "ofreció resistencia física". Entonces, según el comunicado policial, "lograron esposarlo y se dieron cuenta de que parecía estar sufriendo problemas médicos" y llamaron a una ambulancia. Esta le trasladó a un hospital, "donde falleció poco después".

Las imágenes, no obstante, muestran algo más espeluznante, como el relato de los testigos. Los dos agentes, que tenían activas las cámaras que ahora llevan muchos policías en EEUU, han sido colocados en baja administrativa (aunque con salario) y el FBI y las autoridades estatales han abierto una investigación.

"Ser negro en América no debería ser sentencia de muerte", ha dicho el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey.

El primer edil también ha asegurado que lo ocurrido no representa "los valores" que el actual jefe de la policía "ha trabajado sin descanso para cumplir" pero en el asfalto de Minneapolis, una vez más, el lunes otra vida negra se quedó sin aire bajo una brutal acción policial.