Por la mañana, cuando aún había esperanza, fueron corderos que balaban pidiendo clemencia. Por la noche, cuando ya todo estaba perdido, lobos que aullaban amenazas contra los jueces. Esa transmutación afectó a los 87 marroquís que fueron juzgados el lunes en Casablanca.

Los dos kamikazes arrepentidos expresaron sus remordimientos ante los jueces. Mohamed Omari aseguró: "Nunca compartí las convicciones de los terroristas. Actuaba bajo amenaza, pues temía represalias contra mi familia". El resto de detenidos insistieron en que no tenían nada que ver con los atentados: "Somos musulmanes, y el islam no tolera esto".

Tras 15 horas de deliberación, los jueces leyeron las sentencias: penas de muerte, cadenas perpetuas y de 20 y 30 años. La sala estalló y tuvieron que intervenir los antidisturbios. Los inculpados amenazaron a los jueces: "Nunca os perdonaremos". Las ovejas volvieron a ser lobos.