Hubo un tiempo en que el informe Mitchell era el texto de referencia en Oriente Próximo. La segunda Intifada hacía poco que había estallado, el primer ministro israelí era Ariel Sharon, el líder palestino era Yasir Arafat, y el exsenador George Mitchell, aún fresco su brillante papel de mediación en el acuerdo de Viernes Santo en Irlanda del Norte, fue enviado a la zona para efectuar una investigación y redactar un informe.

En el texto, Mitchell recomendaba algunos aspectos que son válidos hoy (un cese inmediato de la violencia) y otros que durante largo tiempo se convirtieron en los latiguillos habituales: los palestinos debían detener la violencia de sus grupos armados, los israelís dejar de disparar a manifestantes desarmados y ambos reanudar la cooperación en seguridad. Uno de los puntos sigue vigente: Israel debía congelar su actividad en los asentamientos.

Hábil negociador

Nueve años después, Mitchell (un católico originario de Maine, de 75 años) regresará a Oriente Próximo. De madre libanesa y padre irlandés, su primer informe contentó (más o menos) a ambas partes. Una virtud para quienes consideran que el simple hecho de sentar a ambas partes a negociar ya sería un éxito. Para ello, Mitchell cuenta con su experiencia en Irlanda del Norte y sus propias características como negociador, una mezcla de sutilidad, paciencia (hasta en 100 ocasiones cruzó el Atlántico durante la negociación entre católicos y protestantes) e impaciencia: aún se recuerdan en Belfast, Dublín y Londres sus ultimátums negociadores.

Desde que abandonara el Senado en 1995, Mitchell se ha acostumbrado a redactar informes y a mediar. Suyo fue un polémico estudio sobre el uso de los esteroides en el deporte y, como presidente de Disney, lidió con una guerra industrial. Ahora aterriza en un conflicto en el que trabajará con un viejo conocido --Tony Blair, enviado especial del Cuarteto-- y unas realidades diferentes a las que halló en el 2000. Arafat ya no es el problema, sino Hamás. Israel sigue más o menos donde solía.

Hay otra diferencia respecto a Irlanda del Norte. Si EEUU allí era considerado un mediador honrado, en Oriente Próximo su alineamiento con las posturas israelís es evidente. Esta semana, Mitchell viajará a la zona, donde su nombramiento ha sido bien recibido por israelís y la parte palestina de Al Fatá. Falta Hamás. En un artículo en el 2007, Mitchell escribió: "A veces es difícil detener una guerra si no hablas con los que están implicados". Al fin y al cabo, en Irlanda del Norte, el Sinn Féin fue parte del proceso.