El movimiento contra la guerra de Irak ha encontrado un nuevo icono en EEUU. Se llama Ehren Watada, nació en Hawai hace 28 años, es militar y, desde el lunes, se enfrenta a un consejo de guerra en Fort Lewis, en el estado de Washington, en la costa oeste, precisamente por haberse negado a participar en un conflicto al que, rompiendo las normas del Pentágono, se ha opuesto públicamente, llegando incluso a calificarlo de "ilegal" y basado en "mentiras".

Watada no se define como un pacifista, pero es un símbolo para quienes sí lo hacen. Y la atención mediática que está generado su caso y su procesamiento sirve para contrastar la batalla de la Administración para acallar el debate, una pelea en la que el lunes los republicanos se anotaron una victoria al impedir en el Senado incluso el debate de una proposición que planteaba interrogantes a la política de la Casa Blanca respecto a Irak.

Cuatro años de cárcel Watada, un antiguo boy scout , era considerado por sus mandos un oficial modélico desde que se alistó en el Ejército en marzo del 2003. Lo fue cuando estuvo destinado en Corea y lo continuó siendo hasta que supo que su unidad en Fort Lewis iba a ser desplegada en Irak. A partir de entonces, empezó a estudiar el conflicto y, después de pasar muchas horas en internet, leyendo las hemerotecas, repasando los discursos de la Administración y hablando con otros veteranos, llegó a la conclusión de que la intervención en el país árabe no estaba justificada.

Primero, Watada intentó dimitir, pero su petición de renunciar fue rechazada por el Ejército. Se mostró dispuesto a combatir en Afganistán, pero el Ejército rechazó su propuesta de nuevo, alegando que no se permite a los soldados escoger en qué contienda participan. Cuando llegó el despliegue de su unidad, Watada se quedó en Washington. Y, tras haber expresado en privado a sus mandos su oposición a la guerra, empezó a hacerlo en público (aunque nunca vestido con uniforme). "Los miembros del Ejército tienen el derecho y el deber de negarse a cumplir órdenes ilegales", dijo, entre otras cosas, el mes pasado en un foro universitario.

Mensaje del Pentágono El Ejército podía haber aceptado la dimisión, pero prefiere enviar un mensaje a los que se atreven a romper la disciplina. Watada no es el primer soldado estadounidense que se niega a ir a Irak, pero sí es el primero sometido a un consejo de guerra por ello. Y ayer, volvió por segundo día a comparecer ante el juez militar y el panel de siete militares que actúan como jurado y que, de condenarlo, podrían imponerle una pena máxima de cuatro años en prisión y expulsarle del Ejército con deshonor.

Los cargos que pesan en su contra son negarse a seguir los pasos de su unidad y acometer lo que el Ejército llama "conductas inapropiadas", al denunciar públicamente una decisión de la Administración.

Eric Seitz, el abogado que representa a Watada, tiene difícil defender su caso. El juez militar rechazó el lunes todos los testigos de la defensa, y ya antes había prohibido al abogado que planteara ante el tribunal la legalidad de la guerra de Irak.

Rapto de un diplomático El conflicto sigue poniendo en aprietos a la Administración de EEUU, unos apuros que empeoraron tras un secuestro el lunes en la capital, Bagdad. Los secuestradores portaban credenciales del Gobierno iraquí. La víctima era un diplomático de Irán, el país al que Washington tiene ahora en su punto de mira.