Los familiares de los nueve policías iraquís que murieron el viernes en Faluya por el fuego amigo de los soldados norteamericanos pasaron ayer de los gritos de venganza a la total indignación. Ningún responsable civil o militar norteamericano se ha dirigido a los familiares de los muertos para presentar condolencias o disculpas. Y las promesas hechas por el administrador civil norteamericano de Irak, Paul Bremer, de pagar indemnizaciones a las familias de las víctimas provocan todavía más irritación.

"En incidentes similares anteriores, los americanos han ofrecido 2.500 dólares (2.232 euros, 371.397 pesetas) a los parientes de los muertos y unos 500 dólares (446 euros, 74.279 pesetas) a los heridos", se lamento el alcalde de Faluya, Taha al Diwi. "Son cantidades bajísimas y, en la mayoría de los casos, ni siquiera llegan a pagar la suma de 1.500 dólares", subrayó.

EL BASTION

Las muertes accidentales a manos de las fuerzas norteamericanas no son cosa nueva en Faluya, bastión de la resistencia iraquí. En esta ocasión, la indignación dio paso a la movilización. Los agentes muertos pertenecían a las Fuerzas de Protección de Faluya, un cuerpo policial creado especialmente hace cuatro meses para colaborar con la policía local en la lucha contra la resistencia y el bandidaje, tras el acuerdo alcanzado para que los estadounidenses no patrullen por las calles de la ciudad, 50 kilómetros al oeste de Bagdad.

Los notables de la ciudad constituyeron un comité para canalizar las negociaciones con los norteamericanos y no descartaron acudir a los tribunales. "La sangre iraquí no vale menos que la sangre de EEUU", reclamó indignado Abdul Rezak al Mohamedi, tío de uno de los fallecidos. "Exigimos una compensación similar a la que han recibido los norteamericanos por el atentado de Lockerbie", aclaró. El alcalde al Diwi no llegó tan lejos y pidió indemnizaciones similares a las que recibe un soldado norteamericano que muere por fuego amigo .

Abdul Mahid tiene 34 años y, desde el tiroteo, reposa en una cama del hospital de Faluya, con varias heridas en una pierna. Conducía el tercer y último coche del convoy policial que fue tiroteado por los norteamericanos, donde viajaban todos los agentes policiales muertos. A pesar de que está abierta una investigación y de que Mahid es un testigo de excepción de lo sucedido, ningún responsable norteamericano se ha acercado al hospital para conocer su versión.

Los restos de la batalla permanecían ayer bien a la vista, junto a la carretera entre Bagdad y Faluya. En el Hospital Jordano, hay impactos de lo que parece munición de arma pesada. Dentro, nadie quiere hablar.