El aumento de los casos de coronavirus en las últimas semanas y el temor a una segunda oleada han llevado a los países nórdicos a sumarse progresivamente al uso voluntario de las mascarillas, abandonando su escepticismo inicial.

Islandia ya ha impuesto su utilización en algunas situaciones, Dinamarca recomienda llevarla en el transporte público y se espera que Noruega y Finlandia hagan lo mismo en los próximos días. Solo Suecia, con una estrategia más laxa, se resiste a recomendar la mascarilla en la lucha contra el coronavirus, aunque no descarta hacerlo en el futuro si la situación vuelve a empeorar. El caso sueco aparte, la estrategia contra la pandemia ha sido parecida en el resto de países nórdicos, que cerraron la vida pública en una fase temprana de la epidemia, pero no confinaron a su población, logrando cifras de contagios y muertos bajas en comparación con el contexto del resto de Europa.

Pocos países han controlado la epidemia como Islandia, ayudada por un plan masivo de test, rastreo y aislamiento, con el que ha mantenido una tasa de 2,83 fallecidos por 100.000 habitantes. La aparición de rebrotes a finales de julio, coincidiendo con la reapertura al turismo, provocó una reacción rápida de las autoridades, que implantaron el uso obligatorio de la mascarilla cuando no se pueda mantener la distancia de dos metros.

DINAMARCA PRIMERO

"La mascarilla no tiene sentido en esta situación, cuando aún hay bajo contagio en Dinamarca", decía hace dos semanas el epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública danesa, Søren Brostrøm. Esa misma agencia pasó en una semana a recomendar su uso en transporte colectivo en hora punta, después de que empezaran a multiplicarse los brotes, aunque su utilización todavía es una excepción.

En Aarhus, segunda ciudad del país y donde se ha detectado la mitad de los contagios de toda Dinamarca en los últimos días, desde hoy es obligatorio llevarla en el transporte colectivo, una medida que se ha extendido a otras cinco localidades próximas.

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, no descarta que pueda imponerse su uso en todo el país en algunas situaciones, algo que reclaman dos de cada tres de sus compatriotas, según un sondeo difundido por la agencia Ritzau.

FINLANDIA ESTE JUEVES

Las autoridades sanitarias de Finlandia han convocado una rueda de prensa este jueves en la que tienen previsto anunciar un cambio de postura respecto a las mascarillas, recomendando su uso en los transportes públicos al menos durante las horas punta y en las ciudades más pobladas.

Desde el inicio de la pandemia, la línea oficial de Finlandia ha sido la de no recomendar la utilización generalizada de la mascarilla, debido a las dudas sobre su eficacia a la hora de frenar los contagios y al limitado número de infecciones registradas en el país (es el que menos tiene de todos los nórdicos en proporción a su población). No obstante, el aumento del ritmo de contagios en las últimas semanas, cuya tasa se ha triplicado en este mes hasta 140 nuevos casos semanales, ha llevado a las autoridades a cambiar su postura.

Recientemente, el Instituto Nacional de Salud y Bienestar (THL) recomendó al Gobierno que fomente el uso público de las mascarillas para frenar el repunte de la pandemia, ya que muchas de las medidas de contención aplicadas durante el estado de emergencia, como el cierre de los colegios y los locales de ocio, ya no están vigentes. La recomendación de THL hizo que las mascarillas se agotaran en muchos puntos de venta, mientras las autoridades y los epidemiólogos postergaban el anuncio oficial para acordar detalles como en qué lugares deben usarse, quién debe costearlas y si la recomendación debe aplicarse a todo al país o solo a las zonas más afectadas.

La ciudad de Turku (suroeste) no quiso esperar al anuncio del Gobierno y emitió el pasado viernes su propia recomendación para que sus ciudadanos usen mascarilla en todos los transportes públicos.

NORUEGA TAMBIÉN

Al igual que en Finlandia, se prevé que en los próximos días las autoridades noruegas anuncien una recomendación sobre su utilización en el transporte público, algo que ya ha pedido el Gobierno de Oslo.

La Agencia de Salud Pública debe presentar esta semana un informe actualizado, previsiblemente favorable, ya que ha dado indicaciones en ese sentido en los últimos días.

SUECIA, ERRE QUE ERRE

Distinto es el caso de Suecia, que ha apostado por una estrategia más suave, con muchas recomendaciones y algunas prohibiciones, pero sin cerrar guarderías, escuelas, bares y restaurantes.

El saldo de contagiados y muertos es mucho peor por el momento, con un índice de mortalidad de 56,62 por 100.000 habitantes, cinco veces más que Dinamarca y doce que Noruega, aunque la evolución epidemiológica ha mejorado notablemente en las últimas semanas.

Ni las recomendaciones de organismos sanitarios internacionales ni estudios como el del prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo parecen convencer a la Agencia de Salud Pública sueca.

"Ese estudio dice lo mismo que otros anteriores, la mascarilla puede impedir la expulsión de gotas, pero no está claro que eso reduzca el contagio en lugares públicos. Ahora hay un descenso de casos en Suecia, no parece adecuado recomendarla. Si surgen problemas de nuevo, podremos evaluarla como otras medidas", decía la semana pasada el epidemiólogo jefe sueco, Anders Tegnell. Preguntado ayer por una recomendación para el transporte colectivo, Tegnell resaltó que lo importante es evitar aglomeraciones: "Si no tenemos éxito, podremos discutirlo. Pero mantener la distancia es significativamente mejor que llevar mascarilla".