Los nuevos planes diseñados por el presidente Barack Obama para Afganistán parecen estar dando sus primeros resultados, al menos en lo que a los titulares de la prensa se refiere. Tres días después de que EEUU anunciara que 15.000 soldados estadounidenses y afganos habían iniciado la mayor ofensiva militar contra los talibanes tras ocho años de guerra, el Gobierno de Washington proclamó a bombo y platillo la captura del número dos del movimiento talibán y su principal comandante militar del momento, el mulá Abdul Gani Barádar. Pero tan o más importante que la captura en sí es el hecho de que la detención se produjo en Karachi, la ciudad más importante de Pakistán, lo que parece demostrar un elevado grado de implicación de las autoridades paquistanís en la lucha contra la insurgencia islamista en Asia Central.

Según la edición por internet de The New York Times , la detención se produjo "hace varios días" durante una operación secreta conjunta en la capital económica paquistaní. El mulá Barádar ha permanecido varios días bajo custodia policial, donde ha sido interrogado por agentes del servicio secreto paquistaní Interservices Intelligence (ISI) y la CIA estadounidense. El diario asegura haber conocido el arresto de Abdul Gani Barádar días atrás, pero no quiso informar de ella para no comprometer posibles revelaciones que surgieran en su interrogatorio.

MAS COLABORACION El hecho de que la incursión que llevó al arresto fuera liderada por el espionaje paquistaní demuestra el cada vez mayor grado de cooperación en la lucha contrainsurgente entre Estados Unidos y Pakistán, un país al que se ha acusado en numerosas ocasiones de practicar un doble juego en lo que a la insurgencia se refiere.

"Yo calificaría la detención de significativa", aseguró un alto funcionario estadounidense que pidió guardar el anonimato. "Pero incluso cuando se consigue detener a sus líderes, han demostrado una increíble capacidad para reorganizarse", concluyó.

Kamran Bokhari, director regional de la consultoría de inteligencia, también se mostró relativamente escéptico. "No está claro que el arresto tenga un gran impacto en el campo de batalla", dijo, antes de enunciar una teoría un tanto rocambolesca: "Sospecho que los talibanes han entregado a este hombre a los paquistanís, que lo entregaron a los estadounidenses a cambio de algunas concesiones sobre Afganistán y la India".

Fuentes gubernamentales estadounidenses la presentaron como la detención del talibán de mayor rango desde el 2001 y como el número dos de los insurgentes, después del célebre mulá Omar. Los talibanes, por su parte intentaron contrarrestar la propaganda negativa que suponía la noticia del arresto y desmintieron, de forma poco creíble, que ésta se hubiera producido. "No ha sido capturado; quieren extender este rumor para desviar la atención acerca de sus derrotas en Marjah", dijo el portavoz talibán Zabihulá Mujahid.

Las funciones del detenido en el seno del movimiento talibán no están del todo claras. Según un perfil publicado por la revista Newsweek el pasado año, Barádar participaba en el nombramiento y en la destitución de los comandantes y gobernadores talibanes y preside su consejo militar y la shura de Quetta, un grupo de líderes talibanes dirigidos por el líder supremo, el mulá Mohamed Omar, y basado en la ciudad paquistaní de Quetta. Barádar también emitió algunas de las declaraciones políticas más importantes de los talibanes y controlaba la tesorería.

EL PAPEL PAQUISTANI Los analistas dieron ayer a entender que la cooperación paquistaní en la operación que llevó a la detención de Barádar se debe a la aspiración de las autoridades de Islamabad de tener algo que decir en la posguerra afgana, en el caso de que las negociaciones entre el Gobierno de Karzai y representantes de los dirigentes talibanes lleguen a buen puerto.