La ministra de Asuntos Exteriores española, Ana Palacio, se unió ayer en Bagdad al coro de voces que piden a la ONU que regrese rápidamente a Irak para supervisar el proceso de transferencia de soberanía a un Gobierno iraquí que pondrá fin de forma oficial al estado de ocupación.

Pero el camino de la transición no está exento de obstáculos. La aplicación del calendario político, pactado el 15 de noviembre entre el Consejo de Gobierno Iraquí (CGI) y la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA), que prevé formar una Asamblea Nacional transitoria designada en junio, seguirá adelante sin el visto bueno de la principal autoridad religiosa shií, el gran ayatolá Alí Sistani.

PAPEL SECUNDARIO La ONU, que fue relegada por la coalición ocupante a tareas humanitarias, retiró a su personal del país tras los dos atentados contra su sede bagdadí. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, exige a la coalición ocupante garantías de seguridad para sus funcionarios y un papel concreto para Naciones Unidas en la reconstrucción de Irak. Ana Palacio, junto al ministro de Exteriores iraquí, Hoshiar Zubair, consideró "imprescindible que la ONU regrese pronto a Irak".

Pero, por el momento, la transición nace lastrada por el bloqueo en las negociaciones entre el CGI y el gran ayatolá Alí Sistani, que pide que la Asamblea Nacional transitoria sea elegida por sufragio universal y que cualquier convenio sobre la presencia de tropas extranjeras en Irak sea aprobado por esa asamblea.

A instancias del administrador civil norteamericano de Irak, Paul Bremer, el Consejo de Gobierno Iraquí (CGI) expresó ayer su voluntad de "seguir adelante" en la aplicación del plan y reiteró su rechazo a celebrar una consulta popular. "Vamos a sacarlo adelante con el calendario convenido" , declaró el portavoz del CGI, Hamid al Kifai.