Incapacidad para pagar los sueldos de los funcionarios, una preocupante escasez de alimentos básicos y unos augurios muy pesimistas. La decisión de EEUU y la UE de suspender la ayuda económica directa al Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) formado por Hamás ha generado una grave coyuntura política y económica en los territorios ocupados que ha llevado a las organizaciones humanitarias a advertir de que se está gestando una crisis.

Sin contar la ayuda de emergencia (por ejemplo, el reparto de alimentos y medicinas) y de proyectos de cooperación, que se canalizan a través de las agencias de la ONU y las ONG internacionales, la ANP se financia por tres vías: los impuestos que recauda en su nombre Israel (unos 40 millones de euros mensuales, ahora retenidos), el apoyo internacional (28,5 millones) y los impuestos directos que pagan los palestinos (29 millones). En el 2005, la ANP dispuso de un presupuesto de 1.640 millones de euros, con los que pagó gastos y el sueldo de 140.000 funcionarios.

La financiación directa, que equivale a unos 250 millones de euros, es la que la UE ha bloqueado (desde hace tiempo, los 230 millones de euros anuales de ayuda de EEUU se destinan exclusivamente a proyectos de cooperación y ni un céntimo llega al Gobierno). No es cierto que la decisión europea no afecte a la cooperación, ya que dentro de las ayudas directas se incluyen proyectos de cooperación bilaterales con la ANP cuyo importe económico se destina íntegramente a los proyectos, sin que ni un céntimo se quede en las arcas públicas. Al prohibir los contactos con el Gobierno, la UE suspende estos proyectos de cooperación y castiga directamente a la población.

Contradicciones

Y es que la victoria de Hamás y su negativa a reconocer a Israel y renunciar a las armas ha puesto de manifiesto profundas contradicciones en la comunidad internacional. La ANP, que no cuenta con las herramientas que cualquier Estado tiene para planificar una política económica propia, depende del dinero exterior desde el mismo momento de su creación. La misma comunidad internacional que apoyaba la participación de Hamás en las elecciones y que ahora boicotea su resultado es la que ha creado este sistema de dependencia a base de compensar con cheques la destrucción israelí de la economía palestina y su negativa a asumir responsabilidades como fuerza ocupante. Y los países árabes no tienen ni la capacidad ni la voluntad de sustituir a Occidente.

La responsabilidad palestina en su caos financiero, como explica el exministro de Finanzas Salam Fayyed, viene dada por la ineficacia y la corrupción.

El dilema es claro: según sus listas de grupos terroristas, EEUU y la UE no deben dar dinero a la ANP. Si no lo hacen, el sistema educativo, sanitario y de seguridad de los territorios ocupados se desplomará, con unas consecuencias fáciles de imaginar. Según la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU, "es imposible transferir la responsabilidad del sistema sanitario o educativo a la ONU o a las ONG", como ha insinuado la comisaria europea de Relaciones Exteriores, la austriaca Benita Ferrero-Waldner. Eso sólo lo puede hacer un Gobierno al que se boicotea.