La base sobre la que construir un juicio sobre el debate entre candidatos a vicepresidentes de EEUU celebrado el jueves en San Luis estaba corrupta desde el principio. Sarah Palin, la elección sorpresa del republicano John McCain para acompañarle en el ticket , podía ganar solo con no perder. Joe Biden podía no ganar sin haber perdido y aún imponiéndose se apuntaba un punto casi intrascendente. Y eso pasó.

La gobernadora de Alaska llegó al cara a cara teniendo que superar uno de los listones políticos más bajos que se recuerdan, uno que ella misma hizo descender en las desastrosas entrevistas que explican porqué los estrategas republicanos la han mantenido hasta ahora alejada de la prensa y hasta los más decididos conservadores han cuestionado sus credenciales para ocupar el segundo cargo ejecutivo más importante del país.

MEDIRSE A SI MISMA Palin no se medía a Biden, sino a sí misma. Ni siquiera trataba de ganar conversos a su causa o inclinar hacia su partido votos indecisos: simplemente tenía que frenar la sangría de fugas. Y superó la prueba con populismo: con guiños a la cámara, besos lanzados al aire, un goteo de expresiones coloquiales y una machacona insistencia en mostrarse como una ciudadana corriente. Se salvó refugiándose en un guión preestablecido construido sobre cuatro ideas políticas y esquivando preguntas, avisando de antemano, eso sí, de que haría lo que le viniera en gana.

Explotó también la línea de atacar a Barack Obama y, sobre todo, las diferencias políticas y de posiciones que el candidato demócrata ha mantenido con su número dos. Y así se rescató a sí misma como un fenómeno político, alargándose como salvavidas siquiera relativo para la campaña de su jefe, John McCain, que hace aguas, sobre todo desde que la crisis económica irrumpió en todo el país como un tsunami .

McCain ya no tiene preocuparse de que Palin se hunda y contribuya a arrastrarlo. En los próximos 30 días puede contar con ella y con la atención que genera más de lo que Obama puede hacerlo con Biden.

Pero Palin no ganó ante Biden. Cuando se negó a atribuir a la actividad humana el cambio climático pero reconoció la necesidad de actuar, el senador de Delaware la dejó en evidencia. "Si no se entienden las causas es virtualmente imposible alcanzar una solución", le espetó. Cuando la gobernadora insistió en agarrarse a la idea de la independencia y la rebeldía de McCain usando en seis ocasiones el término maverick (inconformista), Biden le replicó enumerando la ristra de asuntos, desde la sanidad hasta la educación y la guerra, en la que el candidato republicano se ha aliado con George Bush, logrando identificar las políticas de McCain con las de la actual Administración.

Si el debate --más parecido a dos conferencias conjuntas-- hubiera sido radiado, nadie dudaría de que un candidato arrasó. Pero se libró ante las cámaras. Y Palin las enamora.