En dos gestos de fuerte contenido simbólico, el Papa visitó ayer por la tarde, en el tercer día de su viaje a Turquía, la mayor mezquita de Estambul, la del Sultan Ahmet, donde rezó mirando a la Meca, y el museo de Santa Sofía, que durante cientos de años fue una de las grandes iglesias de imperio bizantino. Horas antes, ofició una misa conjunta con el patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa, Bartolomeo I. En la ceremonia, el Papa calificó de "escándalo para todo el mundo" la división que se vive en el seno de la cristiandad.

Antes de pisar la alfombra de la gran mezquita, Benedicto XVI cumplió con la obligación de sacarse los zapatos. Después paseó por el interior mientras contemplaba la belleza arquitectónica de uno de los lugares más majestuosos del islam, conocido también como Mezquita Azul.

En un momento de la breve visita, que duró una media hora, el imán de la mezquita invitó al Pontífice a orar juntos, gesto que le agradeció Benedicto XVI. El Papa permaneció en silencio varios minutos y moviendo ligeramente los labios en dirección a La Meca, como dicta el Corán. El portavoz del Vaticano, Francisco Lombardi, definió el gesto como "meditación", no como oración. "Esta visita nos ayudará a encontrar juntos el camino de la paz", dijo Benedicto XVI.

Este viaje a Turquía, que finaliza hoy con una misa en la Catedral del Espíritu Santo de Estambul, ha servido también para que Benedicto XVI peregrinara a lugares que en el pasado pertenecieron a la cristiandad. Es el caso del museo de Santa Sofía, situado a tan solo unos metros de la Mezquita Azul, que fue iglesia hasta el año 1453.

El Papa aprovechó el encuentro que tuvo ayer con Bartolomeo I, que representa a 250 millones de fieles de todo el mundo, para lamentar la falta de unidad que reina entre las iglesias del mundo, y pedir que se renueven las "raíces, tradiciones y valores" cristianos.

LA LLAVE DE LA UE En un encuentro con el patriarca armenio de Estambul, Mesrob II, también recordó, aunque sin citarlo, el genocidio armenio cometido por el Imperio otomano durante la primera guerra mundial, hecho histórico que Ankara se niega a reconocer.

El Pontífice, además, salió en defensa de las pequeñas comunidades cristianas inmersas en tierras del islam, y en velada alusión a la excesiva laicidad del Estado turco, advirtió que el respeto a "libertad religiosa" debe ser un criterio para formar parte de la Unión Europea.