El estado de salud del Papa vuelve a empeorar. Después de un año durante el cual había dado muestras de una notable mejoría, Juan Pablo II comenzó ayer su visita a Eslovaquia con visibles síntomas de agotamiento y la evidencia de que el mal de Parkinson que lo aqueja desde hace varios años ha hecho estragos en él.

Para empezar, el Pontífice tardó casi 20 minutos en bajar del avión en el aeropuerto de Bratislava, donde fue recibido por el presidente Rudolf Schuster. El Papa, que siempre intenta ponerse de pie durante los actos protocolarios, no hizo esta vez ningún gesto para levantarse cuando empezaron a sonar los himnos de los dos estados. Luego, cuando le llegó el turno de leer su discurso, apenas podía articular las palabras, y al cabo de tres o cuatro frases tuvo que ser sustituido por el obispo local, Robert Urland.

El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, le restó importancia al episodio. "Aunque el Papa quiso continuar leyendo, me parece lógico que, si se puede aliviar de alguna manera su esfuerzo en este viaje, se haga", indicó. El portavoz de la Conferencia Episcopal Eslovaca, Marian Gavenda, se encargó de atajar los rumores que apuntaban a que el Pontífice iba a adelantar su regreso a Roma, previsto para el domingo, y aseguró que la agenda papal no será modificada.

PROBABLE ULTIMO VIAJE

Después de la ceremonia en el aeropuerto de Bratislava, Juan Pablo II descansó varias horas en la Nunciatura local antes de desplazarse a Trnava, viaje que preveía llevar a cabo por la noche. De todas formas, fuentes del Vaticano afirman que el viaje a Eslovaquia, el número 102 en 25 años de pontificado, es una especie de prueba, y que es probable que sea el último del Papa fuera de Italia.