Brice Hortefeux, el ministro de Inmigración y de Identidad Nacional nombrado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, hizo ayer balance de su gestión pocos días antes de ser ascendido a la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales. Desde que llegó al cargo, en junio del 2007, Francia ha expulsado o impedido la entrada a 45.500 inmigrantes. En el 2008, hubo 29.796 expulsados, casi 2.000 más que el número exigido por el presidente de la República.

Hortefeux explicó que un tercio de las expulsiones (10.072) son voluntarias. Sin embargo, la oposición y las oenegés denuncian que la inmensa mayoría son de rumanos (8.470) y búlgaros (952), que aceptan regresar a sus países para cobrar las ayudas y luego vuelven a Francia en virtud de la libre circulación de que gozan como ciudadanos de la Unión Europea.