Las autoridades francesas reconocieron ayer haber perdido contacto con los secuestradores de los periodistas Christian Chesnot y Georges Malbrunot en Irak desde el 30 de septiembre, mientras arreciaba en París la polémica sobre el papel del Gobierno en la fracasada mediación extraoficial, realizada por el diputado conservador Didier Julia.

El primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, salió al paso de las críticas y aseguró que su Gobierno no hacía "un doble juego", aunque admitió que no se quiso descartar ninguna iniciativa para lograr la liberación. Raffarin prometió que, a partir de ahora, las únicas tentativas de mediación procederán de las autoridades.

Frente a la polémica suscitada por la rocambolesca misión de Julia, Raffarin reafirmó que la misión del diputado conservador no fue "ni aprobada ni apoyada" por las autoridades. Pero admitió que su Gobierno no quiso obstaculizarla, ya que "todas las declaraciones debían ser examinadas en interés de los dos rehenes" franceses.

Por otra parte, en Dublín, el Gobierno de la República de Irlanda, estado neutral que no ha participado en la guerra de Irak, concedió ayer al rehén Kenneth Bigley el pasaporte irlandés para tratar de facilitar su liberación, ya que su madre es de este país. Mientras, el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, llegó ayer a Irak para entrevistarse con los responsables kurdos.