La capital francesa se encontraba ayer prácticamente en estado de sitio, bajo un despliegue colosal de fuerzas del orden para prevenir los disturbios anunciados para este fin de semana en el centro de la ciudad. La prefectura de París decidió prohibir cualquier tipo de concentración entre las diez de la mañana del sábado y las ocho de la mañana del domingo, tras conocerse la difusión de mensajes por internet y SMS convocando a las bandas a entrar en la capital para llevar a cabo "acciones violentas", según sus autores.

Los dispositivos policiales y de la Gendarmería eran ayer impresionantes, sobre todo en puntos clave y emblemáticos como los Campos Elíseos o la Torre Eiffel. Cerca de 3.000 agentes empezaron a patrullar por las calles de la ciudad después de participar en las ceremonias del 87º aniversario del armisticio de 1918, que puso fin a la primera guerra mundial y a las que asistió el presidente, Jacques Chirac.

Los transportes públicos, especialmente los trenes de cercanías, fueron objeto de una especial vigilancia. La policía realizó controles de identidad sistemáticos entre los jóvenes.

Eso afectó especialmente a la concentración prevista por el Colectivo Suburbios Respeto, que dice reunir 155 asociaciones y que hizo un llamamiento para "frenar la violencia" y a favor del "diálogo" entre las autoridades y los jóvenes. Apenas 200 personas se reunieron ante el monumento a la paz en el Campo de Marte. Un montón de cámaras de televisiones de todo el mundo, fotógrafos y periodistas, asistieron a un debate casi intimista entre jóvenes de las asociaciones venidos de los barrios y representantes de partidos y de instituciones que intentaban que entraran en razones.

NUEVO REBROTE La decimoquinta noche consecutiva de la revuelta se saldó con un total de 463 coches quemados y 201 personas detenidas en toda Francia, cifras parecidas a las de las dos últimas noches. La región parisina, que parecía haberse calmado, sufrió un rebrote de los incidentes la noche del jueves.

Por otra parte, sigue la polémica sobre las condiciones de la muerte de los dos adolescentes electrocutados en Clichysous-Bois el pasado 27 de octubre, que fue el detonante de los disturbios. El joven Muhttin Altun, que entró con las víctimas en el local del transformador y que logró salir con vida pese a sufrir graves quemaduras, afirmó ante el juez de instrucción que los tres huían de la policía que los perseguía, informó su abogado Jean-Pierre Mignard.

El ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, también volvió a la carga. En la televisión pública France 2, Sarkozy mantuvo el calificativo de "gentuza" para los "gamberros" que hacen "reinar el miedo" en ciertos barrios. El empleo de estos términos provocó el furor de los jóvenes al principio de la revuelta.