Había autizado la jornada de ayer de Supersábado. «Una histórica oportunidad de resolver el brexit», dijo Boris Johnson el día en que por cuarta vez en tres años y medio los diputados debían decidir en votación la ratificación de un segundo acuerdo sobre el brexit alcanzado por el primer ministro británico con la Unión Europea esta semana. Pero el plan se vino abajo a primera hora de la tarde, en otro de esos giros insospechados del brexit. Una enmienda se cruzó en el camino de Johnson, quien, humillado, hubo de aplazar la votación hasta la próxima semana, en principio.

La Cámara de los Comunes aprobó ayer por 322 votos a favor frente a 306 en contra posponer la ratificación definitiva del acuerdo del brexit hasta que la legislación, que debe implementarlo, sea completada. La enmienda la presentó por sorpresa el exdiputado conservador, ahora independiente, Oliver Letwin. Su objetivo era garantizar que no habrá obstáculos o impedimentos en la tramitación, que pudieran servir de pretexto para concluir el 31 de octubre saliendo de la Unión Europea sin acuerdo. A estas alturas, nadie se fía de nadie.

Johnson respondió suspendiendo la votación, pero repitiendo que sigue adelante con su plan y con la fecha que se ha fijado y en la que se juega el prestigio político. La llamada ley Benn le obligaba sin embargo a pedir por carta, antes de las 11 de la noche de ayer, una ampliación del Articulo 50 hasta el 31 de enero. Algo a lo que se negó. «No voy a negociar un retraso con la Unión Europea y la ley no me obliga a ello», fue su desafiante respuesta. El reto va camino de los tribunales y más específicamente en el Tribunal Civil de Escocia, donde hace once días, los jueces aplazaron su decisión sobre cómo forzar al primer ministro a acatar la ley, argumentado que no tenía por qué presumir que Johnson no la cumpliría. La vista debe reabrirse el lunes a mediodía.

El líder de la Cámara de los Comunes, Jabob Rees-Mogg, sugirió, en nombre del Gobierno, que la votación aplazada podría celebrarse precisamente el lunes, pero el presidente de la Cámara de los Comunes, el speaker, John Bercow, la persona que en realidad debe decidir, dio a entender que no aceptará la propuesta. «El aparente propósito de la moción ministerial es invalidar o ignorar el efecto de la decisión que ha tomado la Cámara hoy (por ayer)» señaló Bercow.

La sesión extraordinaria en el Parlamento, que por primera vez en 37 años se celebraba en sábado (la última fue convocada por Margaret Thatcher durante la guerra de las Malvinas), arrancó con el discurso de Johnson, que en tono conciliador pidió a los diputados que ratificaran el acuerdo, porque el no hacerlo tendría «un efecto corrosivo». «Ahora es el momento de que en esta gran Cámara de los Comunes nos unamos y unamos al país, porque creo que la gente en su casa es lo que está deseando y esperando». La anoche anterior el Gobierno había publicado un compromiso para proteger los derechos de los trabajadores con el objetivo de atraer el voto de los laboristas partidarios del brexit, en torno a una decena, que necesitaría para ganar la votación, ahora aplazada.

En Bruselas esperaban noticias de Johnson «lo antes posible», tras el súbito tropezón, que añade un elemento más de incertidumbre. «La Comisión Europea toma nota del voto en la Cámara de los comunes de la llamada enmienda Letwin, que significa que el Acuerdo de retirada no se ha votado. Corresponde al Gobierno de Reino Unido informarnos sobre los próximos pasos lo antes posible», anunció la portavoz, Mina Andreeva.

Si el acuerdo del brexit no se aprueba la próxima semana, lo más probable es que la hipótesis de una tercera prorroga cobre enteros. Una opción que nadie descarta en Bruselas. «En caso de que eso suceda, el presidente (Donald) Tusk consultará con los 27 Jefes de Estado y de Gobierno sobre si la concedemos o no» pero «la extensión solo puede concederse por unanimidad», recordó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar.