Boris Johnson rechaza la sentencia del Tribunal Supremo declarando ilegal la suspensión del Parlamento decretada por él. "No es en absoluto una falta de respeto el decir que el Tribunal equivocó al pronunciarse sobre un asunto esencialmente político, en un momento de gran controversia nacional", afirmó durante una declaración en la Cámara de los Comunes, que reanudó sus trabajos el miércoles en un clima bronco.

El primer ministro ni se disculpó por el embrollo en el que involucró a la reina ni cree haber hecho nada improcedente. Desafiante, se negó a revelar si había pedido perdón a la soberana cuando habló con ella tras el veredicto:"No voy a comentar mi conversación con Su Majestad". Entre gritos de la oposición y aplausos de los afines al gobierno, Johnson acusó al Parlamento no querer cumplir con ningún tipo de brexit y de vivir en la "fantasía" de convocar un segundo referéndum para anular el resultado del primero. Una vez más retó a la oposición a presentar una moción de censura contra él y convocar elecciones anticipadas.

NO APTO PARA GOBERNAR

Jeremy Corbyn le respondió que "por el bien del país, debe marcharse" porque "no es apto para el cargo" de primer ministro. En cuanto a ir a las urnas dejó claro que la prioridad ahora mismo es evitar que Johnson culmine un brexit sin acuerdo. "Él quiere una elección general. Yo quiero una elección general. Es muy simple. Si quiere una elección que haya una extensión (del Artículo 50)".

El líder de los independentistas escoceses en Westminster, Ian Blanckford, pidió a Johnson que "deje de mentir", lo que le valió la reprimenda del presidente de la Cámara, John Bercow, que a duras penas lograba mantener orden.

Los diputados habían retornado a media mañana a la Cámara de los Comunes tras la suspensión y los ánimos estuvieron muy caldeados durante todo el día. La sesión comenzó con la intervención de Geoffry Cox, fiscal general y consejero legal del Gobierno, que respondió a preguntas sobre la sentencia del Tribunal Supremo.

"El Gobierno acepta la sentencia y acepta que ha perdido el caso", pero subrayó que "en todo momento el Gobierno actuó de buena fe, creyendo que su actuación era legal y constitucional". El Supremo, explicó, fue el que cambió la ley, inventando un nuevo marco constitucional.

NINGUNA VERGÜENZA

Cox protagonizó uno de los momentos más tensos, cuando con voz una arrogancia sin disimulo, arremetió contra los diputados. "Esté Parlamento es un parlamento muerto. No debería seguir. No tiene derecho moral para estar sentado en esos bancos verdes. Son demasiados cobardes. Este Parlamento debe tener el valor de enfrentase a los electores".

Rojo de ira, Barry Sheerman, un diputado laborista entrado en años y de natural tranquilo, le respondió con furia incontenible. "No tiene ni la menor vergüenza, ninguna. El hecho es que este Gobierno cínicamente manipuló la suspensión, para cerrar esta Cámara, para que no pueda trabajar como una asamblea democrática. Él sabe que esa es la verdad. Que un hombre como él, un partido como ese, un líder como ese, un primer ministro así hablen de moral y moralidad, es una vergüenza".