«Queridos amigos, adiós es una palabra demasiado irreversible y por eso solo diré hasta pronto». Con estas palabras, y la esperanza de que algún día vuelvan a ocupar los escaños que este 31 de enero del 2020 tendrán que abandonar definitivamente, el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, despidió a los 73 eurodiputados británicos que mañana se van con el brexit. El adiós fue tras un debate con aires fúnebres, mucha tristeza, abrazos de despedida e incluso lágrimas en el que la Eurocámara aprobó por amplia mayoría -621 votos a favor, 49 en contra y 13 abstenciones- el plan de retirada del Reino Unido de la UE.

Es lo que estaba previsto y no hubo sorpresas de última hora. «Seamos claros, el voto de hoy (por ayer) no es a favor o en contra del brexit sino de un brexit ordenado o uno duro y salvaje. Si pudiéramos frenarlo votando no sería el primero en recomendarlo, pero desgraciadamente no se trata de eso», recordaba al inicio de la discusión el liberal belga Guy Verhoftstadt, ponente del acuerdo de retirada y entristecido de ver que «una gran nación», que «defendió con sangre a Europa», deja el club al que ha pertenecido casi medio siglo.

«Solo en la agonía de la despedida nos fijamos en las profundidades del amor. Siempre os querremos y nunca estaremos lejos. Larga vida a Europa», añadía poco después la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, parafraseando a la escritora británica George Elliot.

Igual de «emocionado» con este trascendental momento se declaraba una de las figuras clave en este proceso de divorcio: el negociador de la UE, Michel Barnier, que hoy se reunirá en Madrid con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. «Tengo que admitirlo: es un debate que toca una fibra sensible profundamente. Lo lamentamos, pero respetamos su decisión», dijo el francés minutos antes de que se consumara el último trámite político antes de que el Consejo dé hoy su visto bueno.

INDIGNACIÓN Y RESIGNACIÓN / Como cabía esperar toda la bancada antibrexit aprovechó las dos horas de debate para exponer toda la indignación de verse arrastrados fuera de la Unión Europea porque el acuerdo «es malo para Gran Bretaña y para Europa». Pero «es muy posible que no sea un adiós sino un hasta luego» porque «todavía hay decisiones que tomar y en los próximos meses se verá que el brexit no funciona», proclamó un esperanzado Richard Corbett, jefe de filas de los laboristas británicos ataviado como muchos de sus compañeros con una bufanda en la que se podía leer «Always united» (siempre unidos). «Votaré en contra porque es malo para el Reino Unido», pero «en nombre de mis hijos y mío, volveremos», dijo el liberal británico Martin Horwood.

El momento más emotivo, sin embargo, llegaba de la mano de la ecologista británica Molly Scott Cato, que no ha podido reprimir las lágrimas en lo que ha calificado como «dolorosa» última intervención. «Ahora no es el momento de hacer campaña para volver, pero debemos mantener el sueño vivo. Especialmente para los jóvenes que son abrumadoramente proeuropeos. Tengo en mi corazón la certeza de que un día regresaré a esta cámara celebrando nuestro retorno al corazón de Europa», afirmó entre lágrimas, abrazos y la ovación de sus compañeros. No fue la única que mostró flaqueza en este momento. La laborista británica Theresa Griffin también concluyó a duras penas su intervención y se mostró confiada en «la esperanza de regresar algún día», dijo con gran sentimiento.

«ODIAMOS A LA UE» / La euforia por el adiós, como era de esperar, la puso la ultraderecha, los euroescépticos y los eurófobos británicos con el mayor exponente del divorcio, Nigel Farage, a la cabeza, quien arrancaba la jornada ofreciendo una multitudinaria rueda de prensa y que culminaba el día agitando victorioso en el hemiciclo, aunque está prohibido por el reglamento y la presidencia le llamó al orden, la Union Jack junto a sus compañeros del Partido del Brexit.

«El viernes a las 11 lo que va a pasar es el punto de no retorno. Una vez que nos marchemos por la puerta no volveremos a entrar», avisó elevando el tono para declarar que no necesitan ni a la Comisión Europea, ni al Tribunal de Justicia de la UE, ni las contribuciones financieras, ni la política pesquera común. «Amamos a Europa pero odiamos a la Unión Europea», proclamó calificando el proyecto de «antidemocrático» y recordando, entre los aplausos de los suyos, que: «A partir de ahora nadie nos va a acosar, ni chulear», aseguró el líder de la separación.

La imagen del día llegó tras la votación cuando la mayoría de los eurodiputados presentes se pusieron en pie en el hemiciclo, se dieron las manos y entonaron, algunos entre lágrimas, la canción escocesa Auld Lang Syne (la hora del adiós). Un adiós que muchos esperan que sea simplemente un «hasta luego».