Cuatro meses después de iniciarse la operación militar contra Muamar Gadafi, el Parlamento francés ha autorizado al Gobierno de Nicolas Sarkozy la prolongación de la intervención en Libia. Con 482 votos a favor y 27 en contra, tanto el partido del Gobierno, la UMP, que tiene mayoría absoluta, como la oposición socialista, han votado a favor de continuar la guerra. El primer ministro, François Fillon, ha reclamado a la cámara su apoyo en base a la defensa de "los valores de la democracia y la libertad" en el mundo árabe y a la necesidad de "mantenerse inflexible" ahora que el dictador se encuentra "contra la pared". Fillon ha admitido que las revoluciones de Túnez y Egipto pesaron a favor de la decisión de Francia de impulsar junto a Gran Bretaña la intervención de la comunidad internacional. "Libia no debía convertirse en el invierno de la primavera árabe", ha argumentado. Un total de 4.400 miembros del ejército francés participan en la operación Odisea al Amanecer, bautizada Harmattan (nombre de un viento del desierto) por el estado mayor galo. "Desde el inicio de la operación el pasado 19 de marzo, no se ha cesado de avanzar en la buena dirección", asegura el primer ministro. Según Fillon, las fuerzas aliadas han alcanzado en este tiempo 2.500 objetivos, no sin deplorar "daños colaterales" como los ataques del 18 y 19 de junio, en los que fallecieron varios rebeldes. Ha afirmado, sin embargo, que la aviación y la marina del régimen están "destruidas" y que "el cerco se estrecha en torno a Gadafi". Fillon también ha justificado la entrega de "armas ligeras" francesas a los rebeldes de forma "puntual" a fin de proteger a la población. Una acción que, a su juicio, se ajusta al mandato de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ha reivindicado también el rápido reconocimiento del Consejo Nacional de Transición por parte de Sarkozy pese a las críticas que recibió. "Francia fue el primer país en dar el paso y abrió la vía a los 30 países que lo hicieron después", ha subrayado. El diputado socialista Bernard Cazeneuve, ha precisado que el apoyo de su partido a la continuidad de la operación no debe ser interpretado "en ningún caso" como "un aval a la política exterior del gobierno". Ha criticado la entrega de armas, que considera "alejada del espíritu del mandato de la ONU" y ha lamentado que el Gobierno no ponga más énfasis en lanzar a los jóvenes de los países árabes "un mensaje de lucha contra todas las formas de oscurantismo, incluidas las religiosas".