Israel ha dado un paso más hacia la convocatoria de nuevas elecciones unas semanas después de los últimos comicios legislativos. La Kneset (Parlamento israelí) dio luz verde la noche del lunes, en primera lectura, a un texto para su propia disolución que fue aprobado el mismo día en lectura preliminar. Todavía faltan dos votaciones más para que la cámara se pueda disolver. En caso de repetición electoral, algo que nunca ha sucedido en Israel, los comicios están previstos provisionalmente para el 17 de septiembre.

Hoy a medianoche se acaba el plazo que el presidente de Israel, Reuven Rivlin, concedió al primer ministro saliente, Binyamin Netanyahu, para formar gobierno, objetivo que aún no ha conseguido. Las negociaciones que ha liderado en las últimas semanas con diferentes fuerzas políticas se han complicado en extremo. El principal escollo es una ley destinada a reclutar a judíos ultraortodoxos para el servicio militar. Los partidos religiosos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá se oponen a esta regulación, pero la formación de ultraderecha Israel Nuestro Hogar, liderada por el exministro de Defensa Avigdor Lieberman, la exige para respaldar al gobierno.

Con el fin de salir de la crisis, la formación de centro del principal rival de Netanyahu, el general Benny Gantz, propuso un gobierno de coalición con el Likud, según informó ayer la agencia Afp. Una opción que haría posible una mayoría confortable de 70 diputados sobre 120. No obstante, Gantz puso como condición que Netanyahu no estuviese en el Ejecutivo, algo inconcebible para el primer ministro en funciones.

Si Netanyahu fracasa, la Kneset podría proceder a las votaciones en segunda y tercera lectura. El Likud ganó los comicios generales con 36 diputados, pero necesita 61 para tener mayoría.