Solo falta la morbosa foto del rey Gyanendra partiendo con maletas del palacio real. El resto es conocido: Nepal, el pequeño país del Himalaya, muda en república. Miles de ciudadanos, desobedecieron la prohibición de manifestarse, cantaron y gritaron "¡Larga vida a la república!" y ondearon banderas comunistas en Katmandú, frente a la sede del Parlamento, que debía proclamar ayer el fin de los 240 años de reinado de la última monarquía hinduista del mundo. Aunque el rey había sido urgido a abandonar el palacio, la asamblea acordó ayer darle un plazo de 15 días para evitar conflictos.

Las cuatro bombas de poca intensidad que han explotado en los últimos días, sin causar víctimas, se achacan a seguidores del partido monárquico, que sufrió un descalabro electoral en abril. Es poco probable que el rey desobedezca la orden, ya que será desalojado por la fuerza.

Las elecciones de abril fueron ganadas por los maoístas, que consiguieron un tercio de los 575 legisladores, quienes gobernarán el país y elaborarán una nueva Constitución. Esta debe cerrar la década de enfrentamientos entre el Ejército y los maoístas, que han causado 13.000 muertos. Tras abolir la monarquía --la primera medida-- deberán resolverse algunos problemas: los tres partidos mayoritarios discuten si dotar o no de poder ejecutivo al presidente del país, igual que al primer ministro. La razón es que los dos aspirantes a la presidencia (Prasad Koirala, líder del Partido del Congreso, y el ya mítico exguerrillero Prachanda) no quieren recibirla sin atribuciones.