Tras la sobredosis de anuncios, debates televisados, mítines y encuestas, ha llegado la hora de la verdad. Conscientes de que la clave de la victoria radica en una alta participación, republicanos y demócratas no cejarán ni siquiera hoy en su persecución de votos; el esfuerzo por asegurárselos no tiene precedentes, y se beneficia de la ausencia de la jornada de reflexión.

Con un presupuesto de cerca de 200 millones de dólares (157 millones de euros), demócratas y republicanos han sacado a miles de contratados y voluntarios a la calle. Su objetivo ya no es cortejar a los decisivos indecisos sino, ante todo, cerciorarse de que quienes les apoyan se acerquen hasta las urnas.

Sólo en Florida, por ejemplo, 17.000 voluntarios que apoyan a George Bush visitarán hoy 800.000 casas para asegurarse de que quienes se han registrado como republicanos han ido o piensan ir al colegio electoral. Además, 1,2 millones de hogares recibirán una llamada de recordatorio o comprobación desde las oficinas republicanas. Lo mismo ocurrirá en los cruciales Ohio y Pensilvania.

El presupuesto republicano para movilizar votantes ronda los 125 millones de dólares, y el demócrata, los 60 millones.