Resmiye se queda sin palabras para hablar de él. Empieza una frase y se trastabilla. Lo intenta de nuevo pero no le sale: se emociona. «Me resulta difícil expresar lo que siento. Es fantástico. Toda la bonanza de este país es gracias a él. Turquía es lo que es gracias a nuestro líder, Recep Tayyip Erdogan. No sé si consigo explicarme», dice Resmiye, ya aliviada por haberlo conseguido.

Vive en Estambul, en el barrio de Kasimpasa, donde nació y creció el presidente turco, por lo que la devoción por el presidente aquí es total. «Antes de Erdogan las calles estaban muy sucias y muchos niños cogían infecciones por jugar al lado de la basura. Ya no pasa», dice Sevnem, propietaria de una tienda de ropa del hogar.

Erdogan nació en Kasimpasa en el 1954 y fue a la escuela cuando, en Turquía, ser creyente era un problema. Hijo de una familia humilde, conservadora y religiosa emigrada a Estambul, el presidente turco cursó sus estudios en una escuela islámica en una época en que hacerlo significaba tener un estigma encima.

Sin embargo, no todos los turcos lo adoran. Turquía, durante sus 16 años de mandato, se ha ido polarizando con el paso del tiempo. Una mitad, la más creyente, está enamorada de Erdogan; la otra, secular, lo odia. En los últimos años el Gobierno turco ha quitado el darwinismo del currículum escolar y ha restado horas de ciencias para sumar de religión y enseñanza coránica. Erdogan quiere islamizar Turquía y eso pasa por parir una «generación de jóvenes pía».

Ha sobrevivido a un cáncer de colon y un golpe de Estado. A rivales dentro de su partido, coaliciones imposibles y tiempos de atentados terroristas mensuales. Ahora es visto por sus seguidores como un padre colectivo, el líder, portavoz de los desfavorecidos y protector de los musulmanes.

«Lo único que Erdogan quiere es ayudar. Solucionar problemas —dice Hakan Kiliç, uno de los dirigentes del partido del presidente, el AKP, en el barrio de Kasimpasa—. Para eso estamos aquí. Nuestro partido es el nexo entre el poder y el pueblo». Resmiye lo oye y se emociona.