La antorcha olímpica tuvo ayer un paso fugaz por Nueva Delhi. El recorrido, reducido a solo 2,5 kilómetros por motivos de seguridad, se completó en apenas media hora, con el centro de la ciudad blindado por unos 15.000 policías y paramilitares para impedir que se repitieran escenas de caos como las vividas en París y Londres por las protestas contra China. Los agentes detuvieron a más de 200 militantes tibetanos al paso de la llama.

Ante la amenaza de disturbios por parte de los exiliados tibetanos en Delhi, las fuerzas de seguridad instalaron numerosas barricadas e incluso cruzaron autobuses para cortar el tráfico en un radio de varios kilómetros en torno a Rajpath, la avenida que une la Puerta de la India con el Palacio Presidencial.

El trayecto planeado inicialmente para la antorcha olímpica partía del histórico Fuerte Rojo, en la vieja Delhi, y pasaba por lugares como el memorial de Gandhi, pero esta misma semana las autoridades decidieron recortarlo. Así, quedó reducido a una avenida, y cada uno de los 70 relevistas --entre los que hubo deportistas indios de elite, personalidades políticas y varias estrellas de Bollywood-- solo pudo portar la antorcha durante poco más de 30 metros.

La carrera la contemplaron algunos cientos de espectadores expresamente invitados y varios grupos de estudiantes, mientras que la mayoría del público que intentó acceder al evento apenas pudo atisbar de lejos el fuego olímpico. El paso de la antorcha --llegada de Pakistán-- por Delhi estaba considerado de alto riesgo, ya que la India es el país con mayor número de refugiados tibetanos --unos 100.000-- y sede del Gobierno tibetano en el exilio, encabezado por el dalái lama, quien reside en la ciudad norteña de Dharamsala.

Los responsables de la comunidad tibetana de Delhi, por su parte, organizaron un recorrido pacífico alternativo al de la antorcha para protestar contra la política china. En la marcha, según sus promotores, participaron unas 3.000 personas. En la manifestación participaron personalidades de la política y el deporte indio, entre ellas el diputado y exministro de Defensa George Fernandes, defensor de la causa tibetana. "No es que estemos en contra de los Juegos Olímpicos. Pero las protestas de estos días sirven para recordar al mundo la situación en el Tíbet y los abusos de China", indicó Chaman Sharma, uno de los activistas de la asociación Friends of Tibet (Amigos del Tíbet).

Para muchos chinos, sin embargo, se trata de un intento de boicot en toda regla. "Los Juegos son deporte, no veo por qué se tienen que intoxicar con cuestiones políticas. Muchos países con problemas políticos muy graves han acogido olimpiadas", criticó Linton, uno de los estudiantes chinos que presenció el recorrido de la antorcha.