Pekín escenificó una liturgia conocida en las horas previas a la ceremonia del premio Nobel en Oslo a Liu Xiaobo, condenado a 11 años de cárcel por pretender reformas democráticas. La policía estrechó el cerco a la disidencia, bloqueó los grandes medios de comunicación internacionales y la prensa oficial aireó el tono antioccidental.

La presencia policial fue más visible en las inmediaciones de la plaza de Tiananmén y en la casa de Liu donde vive su esposa, Liu Xia. Ayer se juntaron agentes de paisano y una docena de periodistas extranjeros. Tanto Liu como sus amigos, parientes y la comunidad de disidentes de la capital estaban sometidos a arresto domiciliario en los últimos días para limitar su contacto con la prensa y evitar que viajaran a Noruega. A Liu, además, se le ha cortado internet y el teléfono.

También se cortó la señal de la CNN, la BBC y una cadena noruega, prohibidas en China a excepción de los grandes hoteles y complejos diplomáticos. Los medios chinos inflamaron el tono a medida que se acercaba la ceremonia. El Global Times , portavoz oficioso del Gobierno en inglés, anunció que hoy (por ayer) estaba prevista "la escenificación de una farsa titulada Juicio a China". "Los argumentos para otorgar el premio no han sido sólidos en los últimos años", sostuvo el diario China Daily .