La presencia de Donald Trump, en plena campaña electoral británica pone muy nervioso al equipo de Boris Johnson. En Downing Street temen que una intervención del incontrolable presidente de EEUU en favor de Johnson tenga un efecto de repudio en los votantes conservadores. En su primera comparecencia tras su llegada a Londres, el presidente americano fue comedido e insistió en que no quiere interferir en el proceso electoral. «No quiero complicar las cosas. No voy a hablar de la elección».

Pero a reglón seguido dejó claras algunas de sus preferencias. «Ya saben que soy un fan del brexit». «Creo que Boris es muy capaz y que va a hacer un gran trabajo». Trump pareció admitir que es impopular en el Reino Unido. «Quizás no les gusto», afirmó. Negó que EEUU ande detrás de la privatización de la sanidad pública británica (NHS). «Estados Unidos no la querría, aunque se la ofrecieran en bandeja de plata», afirmó, asegurando no saber de dónde había salido la idea. Pero fue él mismo, el pasado junio, quien declaró: «Creo que todo está sobre la mesa en un acuerdo comercial. Cuando se está negociando sobre comercio todo está en la mesa, la NHS y mucho más». El temor a esa privatización y a un aumento del precio de las medicinas con la posible entrada de las farmacéuticas estadounidenses es uno de los argumentos de la campaña de los laboristas.