La proclamada victoria del presidente Mahmud Ahmadineyad en las elecciones del 12 de junio, que la oposición considera fraudulenta, provocó un movimiento de protesta y la peor crisis política en Irán desde la Revolución Islámica de 1979. La fuerte represión de las manifestaciones diarias de los primeros días hizo que las protestas se hicieran más esporádicas, y ahora hacía más de un mes que los opositores no salían a la calle.

En total han sido detenidos al menos 4.000 manifestantes, de los que 150 siguen en la cárcel. El balance oficial de muertos es de 36, pero la oposición eleva la cifra a 72.