José Antonio Bernal. "Estaba en su trabajo, en su vocación, en lo que le gustaba, en lo que nos gustaba a todos". De vocaciones compartidas habló ayer el padre del fallecido, José Antonio Bernal, militar retirado. Llevaba dos años en Irak, donde "hablaba muy a menudo de su familia" --su hija de dos años y su esposa, que esperaba otro hijo--, según declaró ayer el padre Angel, fundador de Mensajeros por la Paz.

A sus 34 años, este sargento primero del Ejército del Aire disponía de cobertura diplomática por su cargo como agregado en la Embajada de España. Hablaba perfectamente árabe y conocía muy bien Bagdad. Justo antes de estallar la guerra, abandonó la capital iraquí, a donde regresó el pasado mayo para quedarse un año más. Allí fue voluntario.

Nació en Navahermosa (Toledo), aunque fijó su residencia en Madrid. Tras describirlo como una persona "jovial", el padre Angel recordó ayer que este miembro de la inteligencia "nos ayudó mucho en la gestión de los papeles para traer a Madrid a cuatro niños enfermos iraquís".