El primer día vendió 50.000 ejemplares, y una semana después ya se habían impreso otros 450.000. En poco tiempo, el libro se editará en 22 idiomas, y seguramente se situará entre los primeros en las listas de ventas. Cualquier autor ya habría amasado una fortuna, pero tratándose del Papa, destinará las ganancias a beneficencia. Al margen de los lectores interesados por oficio o convicción, el resto de los mortales probablemente no lo leerá nunca. Son casi 450 páginas dedicadas a la visión del mundo de Joseph Ratzinger, un pesimista abanico de perlas sobre temas de la vida internacional.

El principal objetivo del libro es demostrar que Jesucristo existió históricamente, y que eso es lo que hace al cristianismo diferente de las demás religiones. El teólogo Ratzinger lo hace desde los evangelios, de los que extrae consideraciones sobre la sociedad actual.

Mal actual

Cuando comenta la expresión del padrenuestro "líbranos del mal", Ratzinger escribe: "Aunque el imperio romano y su ideología ya no existan, el mal es actual. Hoy existen las potencias del mercado, del tráfico de armas, del tráfico de drogas y de hombres, potencias que pesan sobre el mundo y le arrastran hacia vicios de los que es imposible sustraerse".

Más adelante, reflexionando sobre la misión evangelizadora que Jesús confiere a sus apóstoles, escribe: "Ya que el mundo está dominado por las potencias del mal, este anuncio es, al mismo tiempo, una lucha contra estas potencias (...) ¿Quién no vería cómo estas palabras describen precisamente a nuestro mundo, en el que el cristiano está amenazado por un estado de opinión que quiere hacer aparecer a la fe como ridícula e insensata? ¿Quien no vería que en el mundo se envenena la espiritualidad, que amenaza a la humanidad en su dignidad, incluso en su existencia?".

Manera brutal

Sobre el Discurso de la Montaña y las Bienaventuranzas, Ratzinger sostiene que "tras la experiencia de los regímenes totalitarios, después de la manera brutal con la que esos (gobiernos) han pisoteado a los hombres, menospreciado, subyugado, golpeado a los débiles", hay que comprender "a aquellos que tienen hambre y sed de justicia". "Frente a la crueldad del capitalismo que degrada al hombre a una mercancía, hemos comenzado a ver claramente los peligros de la riqueza", apunta.

La multiplicación de los panes y los peces realizada por el Nazareno inspira a Ratzinger una queja contra la cooperación del mundo rico hacia el pobre "porque ha intentado ayudar al Tercer Mundo basándose en un principio técnico-material que ha alejado a los hombres de Dios con el orgullo de su sabiduría. Creían poder transformar las piedras en pan, pero han dado piedras en lugar del pan". Sostiene que "la actualidad de la parábola (del buen samaritano) es obvia; si la aplicamos a la sociedad globalizada, vemos cómo las poblaciones de Africa, robadas y saqueadas, nos afectan de cerca; vemos cómo nuestro estilo de vida les ha desnudado y continúa desnudándoles; eso no vale solamente para Africa (...)

Si el capitalismo es explotación, tampoco el marxismo entendió la dignidad humana.

Alienación del hombre

"Karl Marx ha descrito de una manera drástica la alienación del hombre. A pesar de que no alcanzó la verdadera profundidad de la alienación, porque razonaba solo en el ámbito material, facilitó una imagen clara del hombre víctima de los bandoleros". Dicha imagen es evocada más adelante, cuando habla de Jesús como "el buen pastor".