El señor López? ¿El general José? ¿Ramón Pinochet? Con más de 10 nombres encubiertos hechos a partir de las combinaciones posibles de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte o, en otros casos, usando identidades totalmente ficticias, el dictador chileno tejió una increíble red de 128 cuentas bancarias que llegó a extenderse al universo financiero español, a través del Banco Atlántico (adquirido en el 2004 por el Sabadell) y la sociedad Coutts & Co, en manos desde el 2003 del entonces Banco Santander Central Hispano (ahora Banco Santander).

Las nuevas revelaciones del subcomité del Senado de EEUU provocaron ayer en Santiago de Chile una extraña mezcla de exasperación y asombro. Cuando se creía que todo estaba dicho sobre Pinochet y su dinero, con el escándalo de las cuentas en el Banco Riggs, con unos 16 millones de dólares (12 millones de euros) cuyo origen ha sido muy difícil de explicar, ahora se sabe que la relación con esa entidad no fue de ocho años sino de un cuarto de siglo. El vínculo sirvió como trampolín para poner en marcha el extenso circuito que posibilitó transferir unos 13 millones de dólares.

OFICINAS EN GIBRALTAR Citigroup, Banco de Chile-EEUU, Espirito Santo Bank de Miami, Bank of America, International, Ocean Bank y Pine Bank, son algunas de las entidades señaladas en el informe. Sobre el Banco Atlántico, los investigadores detectaron que sus oficinas en Gibraltar, Madrid y Zurich transfirieron dinero a las cuentas ligadas a Pinochet en el Riggs por más de 5,8 millones de dólares (4,3 millones de euros o 719 millones de pesetas).

Cuando Pinochet fue puesto en libertad en Londres, en marzo del 2000, recuperó todo el dinero por un acuerdo clandestino con el Riggs.

Una de esas cuentas estuvo a nombre de Marco Antonio Pinochet, hijo menor del dictador, quien hace poco dijo no saber nada del dinero. Los millones de Pinochet eran un asunto familiar. Su nieto Rodrigo García Pinochet trabajaba en el Pine Bank, donde Lucía Hiriart, esposa del dictador, mantuvo varias cuentas entre el 2001 y el 2004.

Además de abrir cuentas a nombre de su esposa e hijos, Pinochet involucró en sus maniobras a dos generales del Ejército que estuvieron muy cerca suyo en los años de plomo: Jorge Ballerino y Guillermo Garín. En el informe también aparecen su albacea, Oscar Aitken, y el coronel Gustavo Collao, que hoy es uno de los abogados del dictador.

"Quiero rechazar categóricamente que sea partícipe de una red de traspaso de fondos", dijo Collao. Sólo admitió que administró una cuenta en el Riggs por 1.000 dólares "para atender las necesidades administrativas" de la Casa Militar, que capitaneó en el año 1987. Garín acumuló en ese banco 547.000 dólares (407.714 euros o 67,8 millones de pesetas).

El impacto provocado por el conocimiento de las primeras cuentas en el Riggs, en el 2004, hizo que la derecha terminara por darle la espalda por completo a Pinochet. El escándalo obligó al Tribunal Supremo a volver sobre sus pasos, dejar de considerarlo un demente y abrir el camino para su procesamiento por los crímenes cometidos con la operación Cóndor.

LA IRONIA DE RICARDO LAGOS El presidente chileno, Ricardo Lagos, se permitió ironizar sobre el destino del general que se jactaba de tener un poder omnímodo. "Espero retirarme de La Moneda con el mismo Peugeot 406 con el que llegué al Congreso el 11 de marzo del 2000: mi señora lo ha mantenido ahí y dice que todavía funciona", dijo el dirigente chileno.

Michelle Bachelet, su exministra de Defensa, quien se perfila como la heredera de Lagos, pidió al Ejército que investigue las relaciones que mantuvieron los militares con el Riggs.