Conforme pasan los días disminuye el pudor de los opositores al presidente constitucional de Venezuela, Hugo Chávez. Suena retórico, pero conviene recordarlo. Hugo Chávez tiene la legalidad frente a una oposición que pierde legitimidad en la medida que se amplifican los métodos para provocar un golpe de Estado o una guerra civil.Los pretextos de los golpistas siempre se centran en el desorden. Pero en Venezuela son ellos mismos, como ocurre siempre, quienes lo provocan.En la tercera semana de huelga general y salvaje, falta petróleo y alimentos mientras se lleva el Estado al borde de la quiebra. El método suele ser infalible porque quienes provocan el caos y el desorden se ofrecen para solucionarlo.Nadie quiere significarse en la defensa de

Hugo Chávez en esta agonía alentada, una vez más, por Estados Unidos. Chávez no es Salvador Allende, pero sus opositores se parecen cada vez más a Augusto Pinochet. Y a mí me está apeteciendo defenderle.