La casi segura derrota del Partido Liberal Democrático (PLD) en las elecciones a la Cámara Baja de la Dieta que se celebran hoy en Japón puede significar algo muy similar a un cambio de régimen. En realidad no cambiará el sistema de monarquía parlamentaria, ni es probable que se reforme a corto o medio plazo la Constitución pacifista. Sin embargo, dejará de gobernar la fuerza política que lo ha hecho, de forma casi ininterrumpida, desde 1955.

A pesar de su nombre, el PLD, conocido en Japón como jiminto , es un conglomerado de fuerzas conservadoras y nacionalistas que se constituyó para frenar el avance de la izquierda en plena guerra fría. En este sentido, muchos de sus cuadros provenían del régimen que condujo al país a la aventura imperialista y a la derrota en la segunda guerra mundial. De hecho, su característica más definida ha sido siempre su capacidad de aglutinar a grupos diversos para mantenerse en el poder.

Ha sido el elemento central que ha vinculado a los funcionarios de rango medio y alto de la administración central, a la gran industria y a muchas asociaciones gremiales y profesionales que correspondían con millones de votos fieles a la protección que se les ofrecía desde el Gobierno. El sistema electoral vigente hasta 1994, consistente solo en circunscripciones uninominales donde el candidato más votado era el elegido en la primera vuelta, aun sin contar con mayoría absoluta, fue uno de los elementos que contribuyeron a mantener al jiminto tanto tiempo en el poder. Esta circunstancia se dio en detrimento de la izquierda, que se presentaba en todo momento muy dividida.

ABRUMADORA MAYORIA En la actualidad, de los 500 diputados 300 se eligen todavía por el viejo sistema y 200 por listas en 11 distritos. Paradójicamente, la última victoria del PLD, por abrumadora mayoría en el 2005 bajo el mando de Junichiro Koizumi, supuso el principio del fin de su era de dominio.

Koizumi rescató de un fracaso electoral casi seguro a un partido muy debilitado gracias a su carisma y a una campaña que lo vendía como el único capaz de reformar el sistema clientelista que llevaba medio siglo funcionando en Japón. Bajo su mandato político se atacó el funcionamiento del partido, asentado en las diversas facciones.

Por otra parte, puso en marcha la privatización del sistema de correos y caja postal, base de una forma de gasto que favorecía descaradamente a sus bases electorales.

MENOS COHESION INTERNA El paso de Koizumi por el poder dejó a un jiminto con menos cohesión interna y con mucha mayor dificultad de mantener a sus electores más fieles. Posteriormente, el primer ministro Shinzo Abe (2006-2007) intentó un giro de vuelta al conservadurismo, pero no aguantó más de un año en el puesto; lo mismo que su sucesor, Yasuo Fukuda (2007), que se conformó con pasar 12 meses en el cargo sin que la situación del partido y del país empeorase demasiado.

Abe fue el jefe de Gobierno más joven del país desde la segunda guerra mundial. Se da la circunstancia de que también fue el primer nacido después de la contienda bélica que acabó con la derrota de Japón.