"Esta es la imagen de nuestra ciudad que nunca querríamos ver". Giuseppe Sepe, cardenal de Nápoles, no se andó con rodeos a la hora de comentar la actitud de un centenar de bañistas que el pasado sábado siguieron tomando el sol, comiendo o embadurnándose de cremas con dos cadáveres a la vista.

Viola y Cristina Ebrehmovich, de 15 y 13 años y de etnia gitana, acababan de morir ahogadas en la playa de Torregaveta, al norte de Nápoles. La foto, publicada en la prensa, ha sacudido al país en plena polémica por la integración de los gitanos.

Las banderas eran rojas. Las dos jóvenes habían bajado del infierno urbanístico y social de Scampia, donde la semana pasada comenzó el primero de los polémicos censos de los gitanos. Habían ido a vender unos brazaletes de bisutería con dos amigas.