Burdeos empieza a ser víctima de su éxito. Dirigida por el conservador Alain Juppé, del partido Los Republicanos, la ciudad del suroeste francés lleva cinco años en el palmarés de las villas más atractivas del Hexágono. Con la llegada del tren de alta velocidad, el pasado mes de julio, sólo dos horas la separan de París y muchos cuadros intermedios que huyen de la capital buscando una mejor calidad de vida se han mudado a Burdeos.

Pero para algunos de sus 250.000 habitantes no todo son ventajas. Los precios de la vivienda se han disparado, han aumentado los atascos y en barrios populares recientemente renovados la ‘gentrificación’ obliga a los vecinos a moverse a zonas más baratas.

Ese es el trasfondo de una campaña que ha generado una enorme polémica. ‘Parisino, vuelve a tu casa’ es el eslogan de unas pegatinas que se han visto en la ciudad en las que aparece el dibujo de un tren de alta velocidad (TGV). Juppé ha montado en cólera.

“Los ataques contra los recién llegados a Burdeos son una vergüenza. Pretendo llevarlos a la justicia. Nuestra ciudad es acogedora y seguirá siéndolo”, dijo en Twitter. El alcalde sospecha que la operación ha sido orquestada por un grupúsculo de extrema izquierda y ha pedido a la fiscalía que investigue quién está detrás.

“El alcalde exagera”, responde en ‘Le Monde’ el abogado Vincent Poudampa sin ocultar que es uno de los instigadores del polémico eslogan. Junto a un colega urbanista, Poudampa creó una página en Facebook (Frente de Liberación Bordeluche) para hacerse eco del malestar de los bordeleses en un tono humorístico. Sin embargo, niega ser el abanderado de una supuesta fobia por los parisinos.

“Empezó como una broma de colegas”, se justifica. A los dos les molestó que Juppé felicitara las fiestas a sus conciudadanos con una postal de la torre Eiffel sobrevolando Burdeos. “Es irritante constatar que Burdeos se define a partir de ahora por su relación respecto a París. Nosotros reflejamos el cabreo que empiezan a sentir los bordeleses”.

La atracción que ejerce Burdeos se ha traducido en la llegada de unos 12.000 nuevos habitantes anuales. El resultado es que en el 2016 fue la ciudad francesa donde más aumentó el precio del metro cuadrado: un 15% en un año, un 23% en los últimos cinco y un 44% en una década, según el barómetro inmobiliario de los notarios.

Reservado a una élite

Paralelamente, se ha disparado en un 62% la oferta de Airbnb agravando las dificultades de alojamiento para un millón de estudiantes. Barrios enteros, como el popular Saint Michel, mudan de rostro adquiriendo un aire ‘bo-bo’ (bohemio-burgués) asociado a la presencia de parisinos con un mayor poder adquisitivo. Todo es más caro y las clases más modestas acaban yéndose.

“Juppé no puede hacer de Burdeos una reserva para una élite de la globalización híper conectada. Tiene que ocuparse de los bordeleses. El éxito de nuestro mensaje revela la existencia de un malestar”, concluye el promotor de la página de FB.