La cumbre de los países más ricos del mundo, miembros del grupo llamado G-8, comienza hoy en la localidad escocesa de Gleneagles, en medio de unas medidas de seguridad sin precedentes en la historia del Reino Unido. Con la ciudad de Edimburgo convertida en una fortaleza y el hotel donde se reunirán los líderes del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia) aislado a cal y canto, los más de 11.000 agentes de seguridad desplegados para el evento confían en controlar la situación. La policía de Tayside, que está a cargo de la operación, advirtió ayer que empleará mano dura para atajar cualquier problema de orden público.

"Si damos con gente que está dispuesta a utilizar la violencia para lograr sus objetivos y saltarse la ley, tomaremos medidas contundentes", declaró el portavoz policial Willie Bould. "Llevamos 18 meses planeando esto y estamos seguros de que tenemos todo a punto para poder hacer frente a cualquier cosa que pueda ocurrir", añadió Bould.

El pasado lunes, unos 1.000 miembros de grupos anticapitalistas jugaron al gato y al ratón con la policía durante seis horas, causando algunos destrozos y obligando a cerrar muchos de los establecimientos del centro de la ciudad. Un centenar de personas, que fueron detenidas, comparecieron ayer ante el juez, quedando la mayoría en libertad sin cargos, pero con una orden de alejamiento de Edimburgo y Gleneagles en los próximos días.

CRITICAS A LOS VIOLENTOS En la capital escocesa, el cantante Bob Geldof, promotor de Live 8, llamó ayer "idiotas" a los violentos manifestantes de la víspera y se desmarcó de ellos, afirmando que "nosotros estamos aquí por distintos motivos".

Para hoy, coincidiendo con la llegada de los jefes de Estado y de Gobierno del G-8, está prevista una marcha pacífica de protesta al pueblo de Auchterarder, lo más cerca del lujoso hotel en Gleneagles que la policía permite llegar. Geldof había pedido que un millón de personas se sumaran a la movilización, pero sólo se autorizará a 5.000 manifestantes a hacer la ruta.

La cumbre aún no ha comenzado, pero empieza a cundir la sensación de que son pocas las expectativas de que de ella salgan avances significativos. La ayuda a Africa y el cambio climático serán los dos grandes asuntos en la agenda del encuentro en el que participan los mandatarios del G-8. Ayer, el ministro británico de Economía, Gordon Brown, rebajó las expectativas de los organizadores de Live 8 sobre las medidas para paliar la miseria de los países africanos. "Diréis que lo que podemos conseguir no es suficiente", declaró Brown, adelantándose quizá a un decepcionante resultado. "Lo que el Reino Unido dice es una cosa, pero lo que obtendremos en Gleneagles será lo que hayamos podido convencer al resto del mundo", señaló, prudente, el ministro.

LOS TEMORES DE GELDOF Geldof expresó también sus temores a que se produzca un "fracaso grotesco". "Tenemos el potencial para hacer un G-8 histórico, estupendo, diferente, tomando decisiones. Pero --lamentó el artista-- no creo que estén a punto de hacer algo así". Geldof da por buena la disposición negociadora del Reino Unido, pero no está "seguro de lo que los otros quieren hacer".

En cuanto al calentamiento del planeta, es de EEUU y del presidente George Bush del que dependerá que haya o no acuerdo. Bush ha pedido que se liquide el Tratado de Kioto y ha advertido de que no aceptará nada que perjudique a la economía de su país. En otras circunstancias, Tony Blair podría tener en Jacques Chirac a un aliado para tratar de presionar a los estadounidenses en el tema del cambio climático. Sin embargo, el actual enfrentamiento entre el líder británico y el presidente francés parece un obstáculo de envergadura para cualquier alianza.