Un pequeño lector electrónico permite, desde ayer, a las patrullas de la policía en Inglaterra y Gales tomar las huellas dactilares a los ciudadanos en plena vía pública. El aparato, conectado a un banco central de datos, en el que hay archivadas 6,5 millones de huellas de personas con antecedentes penales, comprueba en pocos minutos la identidad del sospechoso. Es el último sistema de control sobre los británicos, que en la era Blair han visto, sin alzar apenas la voz, como el Reino Unido se ha transformado en la fortaleza de Europa.

OPERACION LINTERNA La llamada operación Linterna arrancó, de modo experimental, en Luton, al norte de Londres, con la intención de extenderse en los próximos dos meses a otras fuerzas locales, incluida la policía de Transportes y Scotland Yard. Las dos primeras personas detenidas fueron un presunto inmigrante ilegal y una mujer que conducía un coche robado. La lectura se efectúa tras pedirle autorización al sospechoso, aunque ya hay listo un proyecto para hacer la toma de las huellas obligatoria. En cualquier caso, si alguien se niega a colocar el dedo en la máquina, es muy probable que sea detenido. Los expertos sostienen que el lector ahorrará tiempo, dinero y molestias a todos.

El principal objetivo del sistema es comprobar la identidad de los automovilistas, que en el 60% de los casos proporcionan datos falsos cuando reciben el alto. La policía asegura que las huellas no serán archivadas, algo que no tranquiliza a Mark Wallace, del grupo Freedom Association, que vela por las libertades públicas. "No es obligatorio y no archivan las huellas porque aún nos se han aprobado las leyes para ello", explica, argumentando que es solo cuestión de tiempo el que ambas cosas se hagan, sistemáticamente, a nivel nacional. La iniciativa de ayer no es única. Quien quiera alquilar un coche en el aeropuerto de Stansted necesita ya, obligatoriamente, dejar su huella.