Escalada de tensión en Hong Kong después de que un policía disparara a bocajarro a un manifestante que había intentado golpearle con un palo de hierro. El momento del disparo fue captado en un vídeo que inmediatamente ha circulado por las redes. El manifestante se encuentra ingresado en estado crítico en el Hospital Princesa Margarita.

Apenas habían pasado unos minutos desde que el vuelo de miles de palomas blancas sobre Tiananmén había clausurado los fastos del 70 aniversario de la fundación de la República cuando la violencia estalló a miles de kilómetros al sur. Los activistas no han esperado hoy al anochecer. Ya han quemado banderas chinas, pisoteado las fotografías de sus líderes, arrasado varias estaciones de metro y se han enfrentado a la policía en las escenas ya habituales: adoquines y cócteles molotov por un bando y gas lacrimógeno y cañones de agua por el otro.

Las fragorosos enfrentamientos cuerpo a cuerpo se han sucedido en diferentes puntos de la excolonia y alcanzado su mayor gravedad frente a la sede del Legco o parlamento local, una recurrente diana de los activistas. En estos momentos los agentes se esfuerzan en desalojar sus inmediaciones y empujarlos hacia otras zonas del distrito de Admiralty.

CRECIENTE BELIGERANCIA

La jornada estaba subrayada en rojo en el calendario desde que las protestas por la ley de extranjería empezaron cuatro meses atrás. El movimiento autodenominado prodemocrático había establecido ocho puntos de concentraciones e ignorado la prohibición para manifestarse. El temor a los embates violentos había forzado la cancelación de la ceremonia al aire libre con fuegos artificiales y recomendado un festejo más humilde en un estadio cerrado y fuertemente protegido por hileras de policías.

A la ceremonia faltó la jefa ejecutiva, Carrie Lam, que atendió el desfile militar de Pekín. Xi Jinping, presidente chino, repitió en su discurso el compromiso de honrar la fórmula de “un país, dos sistemas” que blinda los derechos y libertades de la excolonia. En la caravana civil posterior se exhibió una réplica gigante de la Ley Básica por la que se rige Hong Kong.

Era previsible que ninguno de esos guiños calmara los ánimos de una parte de la juventud hongkonesa, que en las vísperas ya había mostrado su intención de arruinarle a China su más magno evento del año. La policía había alertado de que el movimiento planeaba unas protestas con una virulencia desconocida hasta la fecha.