Las perennes tensiones raciales de EEUU amenazan con estallar de nuevo en Shreveport (Luisiana), ya que en esta localidad del sur profundo del país, Marquise Hudspeth, un joven negro de 25 años, fue prácticamente ejecutado a tiros por la policía. El 15 de marzo, Hudspeth murió acribillado por ocho balazos por la espalda, pues los agentes de la policía aseguraron que confundieron el móvil plateado que esgrimió con un revólver y abrieron fuego contra él.

El suceso, que investigan el FBI y el Departamento de Justicia, ha desatado las iras y el clamor de la comunidad negra que, a través de la poderosa Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, ha propuesto imponer un boicot económico a los casinos que abundan en Shreveport.