Varias decenas de los refugiados que el pasado martes lo perdieron absolutamente todo en Moria han empezado a ir al nuevo campo temporal dispuesto por las autoridades griegas —formado de tiendas de campaña—, y han abandonado, así, la carretera donde habían sido confinados durante los anteriores cinco días, forzados a dormir al raso y con muy poca ayuda humanitaria y comida y agua escasas, denuncian.

Sin embargo, el nuevo campo solo podrá acoger a cerca de un par de miles de migrantes: muy lejos de los más de 12.000 que tuvieron que abandonar Moria -el que era el mayor campo de refugiados de Europa- por el voraz indencio de la noche del martes, que no dejó ninguna tienda ni instalación en pie. Por suerte, nadie murió, aunque varias personas resultaron heridas. No ha habido ninguna investigación al respecto, pero el Gobierno griego acusa a los propios refugiados de haber iniciado el fuego.

“De momento, la policía no nos está forzando a ir al nuevo campo ni a hacer nada. Solo nos dan dos opciones: o nos quedamos donde estamos [en la carretera] o vamos al otro campo. Yo prefiero quedarme”, dice Milad, atrapado en Lesbos y que habla a través del teléfono. De origen afgano, Milad sabe que si opta por trasladarse al nuevo campamento policía griega no le va a dejar salir. Por eso se queda donde está. “La situación donde estamos ahora es horrible, pero ¿será mejor en el campo? No lo creo… si la policía griega no nos deja conseguir comida aquí, no creo que tampoco nos dejen allí”, dice añade.

Un nuevo campo cerrado

Y el miedo de Milad a quedarse encerrado está perfectamente fundado: tan solo unas horas después de que ocurriese el incendio, Atenas explicó a la prensa su nuevo plan para la isla, que se basa en reabrir Moria, pero esta vez en forma de campo cerrado. En este nuevo campo de Lesbos, todos los refugiados que lleguen a la isla podrán entrar pero ya no salir más —si no es para ser recolocados a otro sitio o deportados a Turquía—. Será una cárcel al aire libre para hombres, mujeres y niños.

“Queremos convertir este problema en una oportunidad", ha dicho este domingo el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. "Europa tendrá que estar muchísimo más involucrada en la gestión de este nuevo centro, sea donde sea que decidamos que vaya a ir". “Y quiero dejar absoluta constancia de que definitivamente habrá un nuevo centro permanente de recepción e identificación de refugiados. Quiero mandar este mensaje a todos”, ha continuado Mitsotakis, en referencia a la población local de Lesbos y a su administración política. Los lugareños de la isla han mostrado desde hace años que quieren que Moria cierre permanentemente y que los refugiados se vayan de la isla.

Pero de momento, pese a este deseo, ahí siguen atrapados: 12.000 personas, entre las que hay niños y bebés, abandonadas en unos cuantos metros de carretera, en medio de la nada, a la merced del sol del mediodía, del frío de la noche y de los estragos que podría causar entre ellos un brote de coronavirus, que, de hecho, podría estar circulando. En el caos del incendio del martes, 35 personas que habían dado positivo y habían sido puestas en cuarentena, escaparon. La policía griega capturó después a ocho de ellos.

“Lo que más me molesta de todo esto es que nos han quitado todo. Estamos atrapados por la policía griega y iremos donde la policía griega nos mande. No somos nadie”, se lamenta Milad.