La policía fronteriza griega volvió a dispersar ayer con gas lacrímogeno a los refugiados que esperan desde hace días en el lado turco ante el paso fronterizo de Pazarkule, cerca de Edirne, con la esperanza frustrada de poder pasar a la Unión Europea, informa la cadena CNNTürk. Esa emisora mostraba en directo cómo densas humaredas de gas lacrimógeno se dispersaban por el bosque fronterizo, donde varios miles de refugiados, la mayoría de Siria, Irak, Pakistán, Afganistán o Somalia, acampan desde el viernes. Ayer tuvieron lugar varias cargas policiales similares, pero los migrantes no han abandonado la esperanza de que la Unión Europea cambie su política y les acabe franqueando el paso. Desde el sábado por la tarde, la policía turca ha vetado el acceso de la prensa a la zona de aduanas, pero permite el de migrantes que siguen afluyendo a la frontera, si bien otros ya se han cansado de esperar y abandonan la zona.

Según dijo a Efe un portavoz de la asociación turca UMHD de ayuda a los refugiados, se estima que unos 30.000 refugiados se hallan en la zona fronteriza. Los voluntarios de la ONG turca ASAM, la única que tiene permitido el acceso a la zona para llevar comida y artículos de primera necesidad a las familias acampadas, declinaron hacer estimaciones. Se limitaron a asegurar que hay «miles», «mucha gente». «La policía fronteriza está usando gas lacrimógeno contra la gente. Hay muchísima gente, niños... No podemos cruzar. Aún no ha podido cruzar nadie. Si alguien consigue cruzar, lo mandarán de nuevo a Turquía», vaticina el joven afgano Abdelwahid.

Al difundirse el rumor de que la UE iba a permitir el paso, cientos de refugiados fueron de Estambul a Edirne en autobuses gratuitos, sin que se haya aclarado quién ha proporcionado estos vehículos. «Los puso el Gobierno, eso fue el primer día. Desde entonces han llegado muchas empresas porque han visto oportunidad de negocio y ahora sí cobran tarifa», explica Adnan, un refugiado sirio.